Por Maximiliano Borches. El Papa de la justicia social, el Papa de la defensa de inmigrantes, el Papa de la paz, el Papa de los procesos, el Papa de abrir caminos, el Papa de los posibilismos; son algunas de las definiciones que se podrían hacer del jefe de Estado del Vaticano, Jorge Bergoglio, que en 10 años de papado logró el necesario recambio de aire que precisaba una Iglesia Católica anquilosada, antigua y lejana a sus files y de la gente en general, y que logró imprimir una renovada -y fundamental para estos tiempos- mirada espiritual social y medioambiental, a través de sus encíclicas “Laudato Si”, “Fratelli Tuti” y “Lumen Fidei”.
Más allá de las condiciones espirituales y religiosas que sintetizan para millones de católicos en todo el mundo la figura de un Papa, la llegada al trono de San Pedro del argentino Jorge Bergoglio (Papa Francisco) revolucionó la praxis de uno de los poderes político/económicos más grandes del planeta – la Iglesia Católica- que hasta el ingreso de la humanidad en el período de la Modernidad, ejerció una notable dominación en el inconsciente de millones de personas en los cinco continentes, a través de la belleza expresada entre todos por Miguel Ángel Buonarroti, Pietro Peruggino, Sandro Botticelli, Rafael Sanzio y Michelangelo Merisi da Caravaggio, entre tantos otros, con la que el Renacimiento supo dejar atrás el oscurantismo medieval. La Iglesia Católico por ese entonces, entendió como pocos la novedosa globalización, nacida por un accidente de brújula que depositó al comerciante Cristóbal Colón en América, cuando creía que viajaba a Asia.
Ese “encuentro de dos mundos”, generó una nueva etapa de dominación, robo de recursos naturales y riquezas en la novel América, de la que la Iglesia fue una de sus grandes protagonistas, a cambio de ofrecer “la vida eterna” o “la bienaventura de los pobres que podrán ir al cielo”.
Finalizada esa etapa de “espiritual dominación”, distintos elementos de la Iglesia Católica fueron adoptando diversas posturas ideológicas, afines al período de irrupción de nuevas ideas que caracterizaron el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Desde entonces –y con un poder menguado respecto a siglos anteriores, pero gran poder al fin- sus principales referentes se alinearon a los intereses estratégicos occidentales, en el marco de la “Guerra Fría” que duró hasta la implosión del Muro de Berlín, cuyos ladrillos cayeron junto a su fatalidad, en dirección a Moscú. Capítulo aparte merece la particular cobertura que la cúpula de la Iglesia Católica, al mando del Papa Pio XII brindó al nazismo.
Transcurrido en breves minutos de lectura, el recorrido de varios siglos nombrados en los párrafos anteriores, tuvo lugar el 13 de marzo de 2013 cuando por primera vez en la larga historia del poder católico, un jesuita fue nombrado Papa. Y para colmo, un argentino que no solo desarrolla una vida coherente con los postulados de la doctrina social de la Iglesia, sino que también se declara gran admirador de la revolución justicialista encabezada por Juan Domingo Perón, y embellecida a la eternidad, por su mujer, Eva Duarte de Perón.
Desde entonces, y hasta el presente, la irrupción de Francisco trastornó las relaciones de poder tal como se conocían desde 1989 en adelante, a la vez que logró erigirse como voz alternativa, frente a los hacedores y laderos del pensamiento hegemónico global, cuyos postulados son el individualismo, la concentración de la riqueza, la guerra y la explotación.
Algunos de sus principales pensamientos:
-«La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera»
– «La humanidad vive un giro histórico (…) Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar (…) Pero no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres vive precariamente el día a día (…) El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos»
– «Cuando la sociedad abandona en la periferia a una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Y no solo porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz»
– «Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores»
– “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social”
– “La tierra del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso”
– “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá”.
Sus encíclicas:
“Fretalli Tutti”: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html
“Laudato Si”: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
“Lumen Fidei”: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20130629_enciclica-lumen-fidei.html