Otra clara advertencia de porque no puede dividirse el campo nacional y popular. A pesar de su debilidad, el tractorazo del macrismo y la oligarquía agroganadera del sábado pasado, dejó en claro que “país quieren recuperar” (tal como planteó una de sus consignas): una Argentina para los sectores privilegiados, de una profunda flexibilización laboral, nuevas privatizaciones y recortes en la educación y salud públicas. Los sectores del Frente de Todos que se encuentran distanciados, y en estas últimas semanas solo se dedicaron a dispararse dardos entre sí, desplegar ironías potenciadas por aplaudidores y atacar gestiones como si fuesen opositoras, deberán asumir quienes son los verdaderos enemigos del pueblo.
La marcha opositora del sábado pasado, que contó con la insólita presencia de algunos tractores (viejos, como para “dar lástima y guardando los supertractores adquiridos en este tiempo de ganancias inesperadas del “campo”), marcó el ritmo de la que será la campaña electoral del 2023, que en un punto ya comenzó.
Abrazada por una amplia cobertura del canal del Grupo Clarín “Todo Noticias” (TN), cuyos periodistas volvieron a poner el mismo traje de operadores políticos que estrenaron en el año 2015, cada uno de los relatos de los protagonistas de esa movilización, no solo dejó en claro que país quieren, sino que el despliegue del odio ocupó la jornada, con una serie de muñecos con imágenes del presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner; la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto; la de Madres, Hebe de Bonafini; el gobernador bonaerense Axel Kicillof y el diputado Máximo Kirchner, entre otros, fueron colocados en Plaza de Mayo, simulando ser colgados. Otra amenaza contra la democracia.
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