Por Maximiliano Borches. Encauzado el barco del Frente de Todos, que durante el último año y medio navegó a la deriva política, sacudido por cartas de reproches, silencios y enojos; la fórmula presidencial selló las paces y definieron que el camino a seguir es el de la senda conservadora. Sergio Massa pasó a jugar en primera línea en un Ministerio de Economía, que en término concretos, retoma su reconfiguración histórica, cuando Producción y Agricultura y Ganadería eran secretarias internas. Ahora vuelve a ser un Ministerio que abarca esas tres áreas, surgido para frenar el descomunal ataque de mercado, cuyo fin es imponer una fuerte devaluación que le quite el último aire político al Gobierno. Estabilizar la macroeconomía y generar políticas que bajen la espiral inflacionaria, es la primera y gran meta a cumplir, si el actual oficialismo sueña llegar con chances al 2023.
Una vez más, se volvió a demostrar la diferencia central entre gobiernos peronistas y radicales. Ante la descomunal crisis que atraviesa (el mundo) y el país, y el sistemático y artero ataque especulativo del tipo de cambio, para generar corridas todos los días y caos psicológico en la población -cuya finalidad es imponer una fuerte devaluación que termine por licuar los salarios, y genere una crisis política terminal que obligue al Gobierno a pensar en adelantar las elecciones-, se salió por arriba y en el único camino que podía seguir en términos concretos: un mayor conservadurismo económico y político. Los gobiernos radicales utilizan pactos de olivos o helicópteros para terminar con sus inoperancias.
En este contexto, los primeros que quedan desorientaos son los integrantes de la oposición. Primero, porque apostaban a la destrucción interna del Frente de Todos. Segundo, porque apostaban a que Sergio Massa pagara un alto precio por su el desgaste que le deseaban. Tercero, porque no contaban con la posibilidad de que el oficialismo se relanzara. Volviendo a una viejo adagio político, repetido durante los tiempos del peronismo: “los peronistas somos como los gatos, cuando hacemos ruido no nos estamos peleando, nos estamos reproduciendo”. Una cualidad no entendida en la esfera política no-peronista de la Argentina.
Ahora, solo restará ver quienes integrarán el equipo económico de Sergio Massa. Lo cierto, es que se volvió a frenar una vez más otro intento de golpe de mercado, para continuar adelante con un programa de acción político que siga bregando por la inclusión social y la mayor distribución que se pueda lograr.
Siempre es bueno recordar –y no olvidarse, ni confundirse- que enfrente está el verdadero enemigo del pueblo: la Sociedad Rural, AEA, UIA, el resto de las patronales agropecuarias, los medios masivos monopólicos de comunicación, y su representación política: el macrismo (PRO), la Unión Cívica Radical, los consortes (neo)liberales, los amigos lilitos, y los idiotas útiles siempre funcionales a la derecha antipopular: la izquierda perteneciente al multiespacio trotskista y otras cercanas.