El 5 de septiembre de 1972 el mundo entero tenía puesta su mirada en los Juegos Olímpicos que se celebraban en la ciudad bávara de Múnich. Se trató de la primera vez que Alemania organizaba unos juegos olímpicos tras el bochornoso espectáculo organizado por Hitler en 1936. A las 4 de la madrugada de ese fatídico día, ocho hombres armados miembros del grupo terrorista palestino Septiembre Negro saltaron por encima de una cerca de alambre de unos dos metros de altura y caminaron sigilosamente hacia los apartamentos de los atletas israelíes en la Villa Olímpica de Múnich.
Aquel 5 de septiembre de 1972 a las 4:25, los terroristas insertaron una llave maestra en la cerradura y abrieron la puerta hacia un vestíbulo que daba hacia los apartamentos.
Tras forcejear con algunos de los atletas, los palestinos mataron a dos y tomaron de rehenes a nueve deportistas y entrenadores israelíes.
Para liberarlos, los atacantes exigían la liberación de más de 200 prisioneros palestinos que habían sido capturados por Israel y trasladaron a los rehenes a un aeropuerto de la ciudad, donde las fuerzas de seguridad de Alemania Occidental intentaron rescatarlos.
Pero el plan de rescate fracasó y se desató una masacre en la que murieron los nueve miembros del comité olímpico israelí y un oficial de la policía de Alemania Occidental, además de cinco de los ocho pistoleros.
Los otros tres, identificados como Adnan Al-Gashey, Jamal Al-Gashey, y Mohammed Safady, fueron capturados por la policía alemana, que los liberó después de que un avión de la aerolínea alemana Lufthansa fuera secuestrado en un intercambio para salvar vidas.
Los atletas israelíes asesinados fueron: Moshe Weinberg, Yossef Romano, Ze´ev Friedman, David Berger, Yakov Springer, Eliezer Halfin, Yossef Guttfreund, Kehat Shorr, Mark Stavin, Andre Spitzer y Amitzur Shapira
Tras su liberación, los tres hombres fueron trasladados a Libia, donde fueron recibidos por Muannar Gaddafi como héroes, según expertos.
Contexto del ataque terrorista palestino
El 6 de septiembre de 1970 el rey Hussein de Jordania declaró la ley marcial y expulsó y asesinó a miles de palestinos que residían en el reino hashemita desde los años cuarenta. Esta dura respuesta del monarca jordano al intento de golpe de estado ideado por Siria y orquestado por los fedayines tuvo dos consecuencias inmediatas: en primer lugar, el traslado de la OLP al sur del Líbano con la consiguiente desestabilización del país del cedro y, en segundo lugar, la creación de un grupo terrorista –Septiembre Negro – que conmemoraba la efeméride. El objetivo de esta organización no era otro que el de vengarse tanto del rey Hussein como de las fuerzas armadas jordanas que lideraron la represión contra los palestinos.
Operación “Cólera de Dios”
En los meses que siguieron, muchos de los miembros del grupo Septiembre Negro que participaron en la organización de la masacre de Múnich fueron ajusticiados por los servicios secretos israelíes, en lo que habría sido parte de una operación encubierta conocida como “Cólera de Dios”.
Solo uno de los atacantes, Jamal Al-Gashey, sobrevivió y hasta finales de los 90 aún se pensaba que vivía escondido.
Israel además acusó a las autoridades de Alemania Occidental de no haber proporcionado la seguridad adecuada en los Juegos, según documentos oficiales israelíes que fueron desclasificados hace una década.
Los Juegos continuaron el día después del ataque. Aquel año, el medallero fue dominado por la Unión Soviética, que logró 50 medallas de oro, mientras que Estados Unidos finalizó de segundo con 33 y Alemania Oriental de tercero con 20.
Poco después de la tragedia, la entonces primera ministra de Israel, Golda Meir, declaró ante el Parlamento de su país la “guerra contra el terrorismo”.
Creó un comité secreto para identificar a los responsables del ataque y le encargó al Mossad, una de las agencias de inteligencia de Israel, buscarlos y asesinarlos, según cuenta el periodista de BBC Fergal Keane en un podcast sobre la agencia israelí publicado en 2014.
La Masacre de Munich supuso un antes y un después en la respuesta israelí al terrorismo. La mala gestión de la crisis, el desentendimiento de sus aliados y la falta de empatía del resto de estados participantes en los Juegos Olímpicos provocaron que Israel adoptara una estrategia propia en su lucha contra el terrorismo. Mientras que los terroristas palestinos fueron enterrados en Libia como héroes, Israel solo recibió críticas de sus aliados occidentales. Incluso el que fuera líder de Septiembre Negro, Alí Hassan Salameh, escapó a varios intentos de asesinato al estar protegido por los servicios secretos norteamericanos.
Ver: