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La gran devaluación de diciembre impuesta por Milei, el fuerte ajuste fiscal y la no entrega de comida, generaron 5.4 millones de nuevos pobres y 3 millones de nuevos indigentes en el primer semestre del año y resignifican el mensaje del papa Francisco

La única verdad es la realidad. En términos estadísticos, desde que asumió Javier Milei como presidente (hace casi diez meses), la pobreza trepó desde el 41,7% de diciembre del 2023, al 52,9% hoy, (de los cuales, hoy, el 18,1% son indigentes) En el caso de niños de 0 a 14 años, la pobreza trepó al 66,1% -Esto implica que hay 7,3 millones de chicos pobres-, de los cuales el 27% son indigentes; la actividad económica cayó 2,34% y la desocupación subió 2%

En lo que significa el primer dato oficial sobre las condiciones de vida de los argentinos del presidente Javier Milei, y pese al intento del Gobierno por contener a los segmentos desprotegidos, la pobreza creció al 52,9% en el primer semestre del año. Es la más alta desde 2003.

La cantidad de pobres, si se proyectan los datos oficiales a todos el país, llega a casi 25 millones. La indigencia saltó a 18,1% y alcanza a 8,5 millones personas.

La cantidad de niños pobres de entre 0 y 14 años llegó a 66,1% (al cierre del año pasado era 58,4%). Esto implica que hay 7,3 millones de chicos pobres.

Si se tiene en cuenta que 2023 cerró con 19,5 millones de personas en la pobreza, se habrían sumado en seis meses 5,4 millones de nuevos pobres. En tanto, habrían caído en la indigencia casi tres millones de personas.

El aglomerado con mayor pobreza del país fue Gran Resistencia, con 76,2%. Formosa aparece después con 67,6%; La Rioja, con 66,4% y Santiago del Estero-La Banda, con 64%. La Ciudad de Buenos Aires es la que muestra menos cantidad de pobreza relativa (23,1%). En niveles absolutos, en los partidos del conurbano viven más de 2 millones de pobres.

El año pasado -al cierre del gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner- había terminado con una pobreza de 41,7% y una indigencia de 11,9% en un contexto de caída de la economía, del empleo, de los salarios y de una inflación que se triplicaba en sólo un año. Cuando el cuarto gobierno kirchnerista comenzó su gestión, la pobreza era de 35,5%.

la devaluación de diciembre (suba de precios y licuación de ingresos) y el fuerte ajuste fiscal profundizó la tendencia de deterioro social, sobre todo en el primer trimestre. Sufrieron los ingresos de los trabajadores formales, informales, las jubilaciones y pensiones, y se perdieron más de 100.000 empleos en la construcción, el comercio y la industria. Además, se perdieron puestos de trabajo informales. El trabajo se precarizó más.

El ajuste hizo, además, que hubiera menos demanda desde las clases medias de trabajo pobres informales (menos cartoneo, jardinería, viajes en remises, horas de trabajo doméstico, venta ambulante, de artesanías y servicios de cuidado). De ahí que la indigencia también se incrementó a pesar de que, desde el primer momento, hubo subas de 100% en los planes. Estos, según cuentan los especialistas, sirvieron para compensar ingresos, pero no para cubrir la pérdida de trabajo.

Se resignifican las palabras del papa Francisco

En su mensaje de la semana pasada (ver abajo), el Sumo Pontífice argentino reivindicó la justicia social -denostada por el Presidente- y cuestionó el protocolo antipiquetes, las “ideologías deshumanizadas”, la meritocracia y la “cultura del ganador”, a la que identificó con “la cultura del descarte”.

Por su parte, aquí en Buenos Aires, Monseñor Ojea alertó sobre los riesgos de “una criminalización de la protesta, al sostener en una entrevista con Infobae que en la mayoría de los países es legítima una protesta pacífica”.

El 52,9% de pobreza que dejó el primer semestre de 2024 que cubre el período inicial del gobierno de Javier Milei, refuerza la preocupación de la Iglesia por el avance de la crisis social. Más allá de las casi 25 millones de personas que no llegan a cubrir la canasta básica, la inquietud se agrava con el triste récord de 18,1% de indigentes (8,5 millones), que conforman el dramático escenario de las urgencias sociales más extremas.

El dramático cuadro social profundiza la preocupación de la Iglesia, que ya en junio pasado había alertado que unas cinco millones de personas cayeron bajo la línea de pobreza desde el tercer trimestre de 2023. A fines del año pasado, según el Indec, la pobreza afectaba al 41,7% de la población, con un 11,9% de indigentes.

Encima, el Gobierno no entrega alimentos

Durante los primeros meses de este año la crisis se agravó –además- como consecuencia de la retracción en la distribución de alimentos a comedores comunitarios por parte del ministerio de Capital Humano que encabeza Sandra Pettovello, y que al Gobierno le significó un alto costo en explicaciones, recriminaciones internas y renuncias de funcionarios.

Frente a los nuevos números, en la Iglesia advierten que las carencias se multiplican, especialmente en las 6400 villas y barrios populares desplegados en el país. “Allí, en una población de seis millones de personas se concentra el núcleo duro de la marginación social, aunque en todo el país suman más de 18 millones de personas las que sobreviven bajo la línea de pobreza”, graficó una fuente eclesiástica.

Ver:

El Papa criticó la represión de Bullrich y Milei: «El gobierno en vez de pagar la justicia social pagó el gas pimienta»

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