Por Maximiliano Borches. Abrumados ante los notorios éxitos de la gestión de TODOS, y en particular la reestructuración soberana más grande de la deuda, anunciada ayer por Alberto Fernández, que despeja el cielo argentino de buitres extranjeros, y en el marco de las pandemias del coronavirus, y la heredada tras el paso destructor del gobierno “cambista”; macristas, radicales y lilitos, ahora apuntan a boicotear las sesiones del Congreso Nacional, con infantiles pretextos. El pensador nacional, Arturo Jauretche, afirmaba que: “Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”.
Golpeados aún por la derrota electoral del año pasado, sin haber digerido el error estratégico de erigir una figura que tanto política, como intelectualmente, carga con todas las pobrezas del espíritu y la razón, como las que encarna el ingeniero Mauricio Macri; los sectores más rancios de la derecha criolla conformada por radicales, lilitos, macristas, algunos integrantes de esos sectores difusos a la vista autodenominados “progresistas” y “libertarios”, atraviesan una seria crisis, vestidos de odio y rencor.
En este sentido, ahora despliegan una estrategia para intentar interrumpir la labor parlamentaria, tan necesaria para fortalecer la democracia en momentos donde la excepcionalidad impuesta por la pandemia, pide a gritos la mayor resolución de problemáticas posibles, en el ámbito natural de la democracia: el debate y la participación de los representantes del pueblo, quienes por estos tiempos, deben legislar de manera mixta (mayoritariamente remota, y con menos presencia física en los recintos del debate), por expreso cuidado y prevención de contagios pandémicos.
La historia nacional, es una constante mezcla de resiliencia y autodestrucción. Casi un castigo prometeico. Sin dudas, seriamos una potencia regional de alcance internacional, si lográramos aplicar políticas de Estado, y nada más, lleváramos adelante la máxima dicha por Juan Domingo Perón: “Primero la patria, después el movimiento y por último los hombres”. Una bella síntesis que sólo se aplicó -hasta ahora- desde 1946 a 1955.
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