Chile y Brasil las aplican. En Argentina se aplica otra de ese origen: “Sinopharm”. Las autoridades chinas evalúan modificar el intervalo de dosis o mezclar medicamentos con distinta tecnología para mejorar el resultado.
El jefe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades chino, Gao Fu, confirmó el sábado pasado durante una conferencia de prensa, publicada este domingo en el South China Morning Post. Fu declaró que China está estudiando dos vías distintas para «resolver el problema».
Una de las hipótesis sería ajustar el intervalo entre las dos dosis de la vacuna contra el coronavirus o aumentar la cantidad de dosis. La segunda opción es, en cambio, mezclar vacunas que utilizan diferentes tecnologías.
Un reciente estudio analizó la estrategia de vacunación en Chile, que está basada principalmente en la vacuna china Coronavac del laboratorio Sinovac.
A partir de este dato, la Universidad de Chile realizó un análisis en condiciones reales sobre el resultado del plan, que ha administrado dos vacunas desde el 24 de diciembre: Coronavac, que representa la abrumadora mayoría (93%) de las dosis administradas, y la germano-americana Pfizer-BioNTech.
Los datos asociados al trabajo mostraron una eficacia del desarrollo asiático del 56,5% frente a las infecciones dos semanas después de la inyección de la segunda dosis. Pero ningún efecto significativo tras la primera, ya que es de apenas un 3%.
Hasta la fecha, Chile, con una población de 19 millones, administró al menos una dosis de vacuna a algo más de siete millones de personas y dos dosis a más de 4 millones, es decir, más del 26% de la población, que llega a 15,2 millones de habitantes.
Según los datos oficiales del Ministerio de Salud, se registran elevados contagios diarios en los últimos días y con un récord de ocupación de las unidades intensivas, a pesar que el 45% de la población, 7 de los 19 millones de habitantes, ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra el coronavirus.