Por Maximiliano Borches. A 122 años del nacimiento del notable escritor Ernest Hemingway, “el mejor escritor vivo después de Shakespeare”, según lo catalogó el New York Times en 1959, su obra es un retrato maestro de los acontecimientos ocurridos durante el pasado siglo XX, como también una de las exploraciones más profundas de las pasiones humanas . La intensidad de su vida, la violencia rondando siempre la muerte, alimentó su obra literaria.
El gran novelista y excelente cuentista, estadounidense nació en Oak Park, Illinois, el 21 de julio de 1899. Su vida fue intensa, violenta, rondando siempre la muerte no solo en las guerras en las que estuvo como corresponsal o combatiente, sino también en los deportes que practicaba —el boxeo, la caza, la pesca en alta mar—, los viajes arriesgados, la vida al aire libre, sus intensos y múltiples desencuentros conyugales, los placeres a los que dedicó gran parte de su existencia y los inacabables ríos de alcohol que tan bien retrata en gran parte de su obra. Vivió todo eso y alimentó sus cuentos, novelas y reportajes con esas experiencias, de una manera tan directa que, por lo menos en su caso, no hay duda alguna de que su obra literaria es, entre otras cosas, ni más ni menos que una autobiografía apenas disimulada.
Fue héroe de guerra en Italia, cazador de leones en África y pescador de peces grandes en Cuba, Ernest Hemingway encarna actualmente todo aquello que la corrección política rechaza y desprecia. Ganador del Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar, y el Nobel de Literatura en 1954, en 1959 el New York Times lo catalogó como el mejor escritor vivo después de Shakespeare.
Guerra y literatura
Inició su carrera como escritor en un periódico de Kansas City. Tras cumplir 17 años, se sumó como voluntario de una unidad de ambulancias de la Cruz Roja Italiana durante la Primera Guerra Mundial. Tras recibir serias heridas en Milán, se enamoró de la enfermera que atendió sus heridas tras la explosión de un obús mientras conducía. De esta experiencia emergió su novela “Un adiós a las armas.”
Más tarde, Hemingway participó en la Guerra Civil Española brindando explícito apoyo al bando republicano, que luchaba contra el dictador fascista Francisco Franco. Este periodo quedó retratado en su obra “Por quién doblan las campanas.”
En momentos donde el mundo se desgarraba con la Segunda Guerra Mundial, el genial escritor fue corresponsal y presenció el fin del último episodio bélico de la primera mitad del siglo XX. En aquella experiencia conoció a Mary Welsh, quien se convertiría en su esposa hasta el final de sus días.
Durante su estancia en Europa, particularmente en París, Ernest se codeó con las figuras artísticas más destacadas de la primera mitad del siglo XX: la escritora estadounidense Gertrude Stein, el pintor Pablo Picasso, el novelista Scott Fitzgerald, el escritor irlandés James Joyce, el poeta Ezra Pound son algunos personajes que componían su círculo de amistades. A este grupo de intelectuales, Stein los bautizó como la Generación perdida.
Hemingway también hizo enemigos literarios. El más célebre fue William Faulkner, al que criticó por su estilo de frases largas, y por dedicar gran parte de su obra al condado ficticio del sur de Estados Unidos, Yoknapatawpha.
El 10 de diciembre de 1954 recibió el premio Nobel de Literatura, pero no pudo estar presente Estocolmo, por lo que el embajador de Estados Unidos en Suecia leyó el discurso de agradecimiento que escribió para la ceremonia: “Escribir, es, en el mejor de los casos, una vida solitaria. Organizaciones para escritores mitigan la soledad del autor, pero dudo que mejoren su escritura. Él crece en una estatura pública mientras se arroja a su soledad y, con frecuencia, su trabajo se deteriora. Por lo que hace su trabajo solo y si es un escritor lo suficientemente bueno, podrá enfrentar a la eternidad, o a la ausencia de ella, cada día.”
Su estilo literario
La particularidad de Hemingway, es que la mayoría de las veces escribía parado (tal como lo retrata la foto de portada). Su estilo prioriza las frases cortas, el punto y seguido y la escritura sin negaciones ni retórica innecesaria.
El final
Aquejado por una profunda depresión, y las consecuencias de los electroshock aplicados en aquellos años como “cura a la depresión”, en la mañana del 2 de julio de 1961, Hemingway se suicidó con una escopeta en su casa Idaho. Sin dudas aquella depresión estuvo íntimamente vinculada con la muerte de sus más cercanos amigos y la añoranza de los días pleno de vigorosa juventud. Su padre también se había suicidado. El trágico sello que puso fin a sus días, hila cuatro generaciones de suicidios que llegan hasta su nieta Margaux.
Algunas de sus frases más célebres:
- La cobardía … casi siempre es una falta de capacidad para suspender el funcionamiento de la imaginación.
- La vida de cada hombre termina de la misma manera. Son solo los detalles de cómo vivió y cómo murió que distinguen a un hombre de otro.
- Me gusta escuchar. He aprendido mucho por escuchar con atención. La mayoría de la gente nunca escucha.
- El toreo es el único arte donde el artista está en peligro de muerte y en el que el grado de brillantez de su actuación pende del honor del torero.
- Nunca salgas de viaje con alguien a quien no amas.
- Mi ética consiste únicamente en atacar primero y nunca abandonar a los heridos como no sea a buenos auspicios
- El libro del que se habla, es un libro que no se escribe
- La única cosa constructiva que he aprendido sobre las mujeres, es que no importa cómo se hayan vuelto al final, debes recordarlas sólo como fueron en su mejor día.
- Las heridas de combate te convierten, como escritor, en una persona de curación muy lenta.