La israelí Yocheved Lifshitz, de 85 años, liberada junto a su compatriota Nurit Cooper (de 79 años) por terroristas de Hamas narró el «infierno» que atravesó al ser secuestrada en Israel y llevada a una «telaraña» de túneles en Gaza. Sin embargo dijo que fue bien tratada y criticó al gobierno del premier Bibi Netanyahu por no haber evitado los ataques del grupo palestino.
«Pasé por un infierno que nunca habíamos imaginado», dijo Yocheved Lifshitz, de 85 años, en declaraciones a periodistas en un hospital de la ciudad de Tel Aviv, horas después de que Hamas la entrega a autoridades de Egipto.
«Me llevaron con las piernas a un lado y la cabeza al otro» de una moto, dijo la mujer en silla de ruedas, y agregó que sus secuestradores «volaron por los campos» de regreso a Gaza.
La mujer dijo que los milicianos de Hamas que se infiltraron en Israel el 7 de octubre «arrasaron» el kibutz de Nir Oz, la comunidad agrícola próxima a Gaza donde fue secuestrada junto a su marido, que sigue retenido, y otras personas.
La valla fronteriza entre Israel y Gaza «no sirvió de nada», dijo la mujer, que agregó que la barrera fue «volada» y que una «turba» de combatientes de Hamas inundó en seguida el kibutz.
Lifshitz, que fue liberada junto a otra israelí de 79 años, dijo que en el camino a Gaza fue golpeada con palos que le lastimaron las costillas y le provocaron dificultades para respirar.
Agregó que sus captores le quitaron el reloj y las joyas y luego la obligaron a caminar por campos antes de llegar a una red de túneles, que ella describió como similar a «una telaraña».
Su hija Sharone se arrodillaba de tanto en tanto a su lado para ayudarla a hacer oír su voz, repetir algunos de sus comentarios y traducir su relato al inglés, informó el diario israelí Times of Israel.
Una vez en cautiverio, Lifschitz dijo que pasó por un túnel y llegó a una gran sala donde se encontraban reunidos otros 25 de los 222 rehenes que según el Ejército están retenidos en Gaza por Hamas.
«Nos dijeron que creían en el Corán y que no nos harían daño, que nos darían las mismas condiciones que en los túneles», contó.
Después de unas dos o tres horas, ella y otros cuatro rehenes del kibutz de Nir Oz fueron llevados a una habitación separada donde les dieron colchones y donde eran visitados por doctores cada dos días, quienes les traían medicamentos.
«El trato hacia nosotros fue bueno», dijo, y contó que los médicos trataron a otro de los rehenes que resultó herido.
La mujer agregó que sus captores se aseguraban de que las condiciones fueran sanitarias.
«Ellos limpiaban los baños, no nosotros», dijo, y agregó «tenían miedo de contagiarse».
Consultada sobre conversaciones con sus captores, la exrehén dijo que «intentaron» conversar.
«Les dijimos entonces, nada de política… No les respondimos sobre política. Hablaban de todo tipo de cosas. Fueron muy amables con nosotros. Se ocuparon de todas nuestras necesidades, hay que decirlo», repitió.
«Comíamos lo que ellos comían», prosiguió, describiendo comidas con pita, quesos y pepino.
La mujer se quejó de «la falta de conocimiento» del Ejército y los servicios de seguridad interior israelí Shin Bet sobre lo que Hamas estaba planeando y dijo que eso «perjudicó gravemente» a Israel.
Un periodista le preguntó por qué estrechó la mano, al parecer, de uno de sus captores, cuando fue trasladada a una ambulancia de la Cruz Roja, y repitió nuevamente que fueron tratados con «sensibilidad».
Lifshitz dijo que sus captores claramente se habían preparado con mucho tiempo para retener a los rehenes, e incluso tenían champú y acondicionador para ellos.
La octogenaria fue liberada junto a Nurit Cooper, de 79 años y también vecina de Nir Oz, tres días después de la liberación de otras dos mujeres estadounidenses.
El marido de Lifshitz, Oded, de 83 años, permanece cautivo de Hamas.
Su hija Sharone dijo que era «maravilloso» tener de vuelta a su madre.
«Mi mamá tiene muchas esperanzas de que todas las personas que estuvieron con ella sean liberadas también», dijo.