Por Maximiliano Borches. El 17 de octubre dejó dos postales en el universo peronista. Una: la enorme capacidad de movilización del pueblo peronista, que durante toda la jornada protagonizó masivas caravanas en todo el país, y que si no hubiera pandemia, se hubieran concentrado dos millones de trabajadores en Plaza de Mayo. Otra: la marginalidad oscurantista protagonizada por el ex interventor de facto del PJ puesto por el macrismo: Luis Barrionuevo; el detractor-mediático, Eduardo Duhalde, el (¿ex?) co-conductor de la CGT, Luis Acuña, y el colérico-verborrágico Guillermo Moreno, quienes se reunieron a la sombra de un mini-busto de Juan Perón inaugurado por el empresario Mauricio Macri Blanco Villegas. ¿La próxima foto que se sacarán, será con el experonista Miguel Ángel Pichetto?
El presidente de TODOS, Alberto Fernández, recibió un necesario y fundamental apoyo popular durante toda la histórica jornada del pasado 17 de octubre, en la que resignificó el abrazo de masas que lo acompañó a la victoria en 2019, tras el cual el pueblo argentino puso punto final a los cuatro destructivos años de la gestión macrista/radical/lilito.
Una gestión neoliberal de gobierno, que también contó con el tácito apoyo de sectores del peronismo, y en particular, de algunos dirigentes sindicales que en los últimos años se destacan por haber amasado grandes fortunas -entre otros exclusivos gustos, coleccionan caballos de carrera-, más que por defender los intereses de los trabajadores, y que hoy vuelven a ensayar la “V” con los dedos de sus manos.
La contundencia política de las masivas caravanas y seguimiento por redes del acto central por el 17 de octubre, que tuvo como único orador al jefe de Estado, y que contó con la única ausencia de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, sin que se conozcan los motivos que la llevaron a no concurrir a la casa de los trabajadores, la CGT; debe ser acompañada por acciones concretas que sirvan para un virtual relanzamiento de la gestión de TODOS en la etapa post-pandemia. En estos siete meses, el Gobierno nacional desplegó una batería de medidas económicas y políticas de contención social, que en el corto plazo deben transformarse en la creación de genuinos puestos de trabajo y superación de la mera ayuda social, para blindar el proyecto político del Frente de Todos, interrumpido por la pandemia.
Por otro lado, otra imagen de la decadencia se sumó a la colección de fotos que conforma el tren fantasma de un peronismo antiguo y marginal, que no solo no entendió la evolución de las últimas décadas, sino que por su propia dinámica conservadora y su irrefrenable soberbia, se creen dueños de la doctrina que elaboró Juan Domingo Perón, y que dejó para el pueblo como su único heredero.
La recuperación de la democracia en Bolivia, el contundente triunfo del MAS en el país hermano, renueva las esperanzas de retomar el camino de la unidad sudamericana. La tercera década del siglo XXI, será la nueva hora de los pueblos.