Por Maximiliano Borches. En medio de una brutal recesión económica y de una dramática disparada de la desocupación (en los ámbitos privado/público), de la pobreza y el hambre en todo el territorio nacional, y haciendo uso de viejos manuales de la política clásica que enseñan a “invocar” a una especie de “patrioterismo” futbolero (en lugar de un nacionalismo que fortalezca la identidad y los valores patrios de las y los argentinos) el presidente Javier Milei (confeso admirador de Margaret Thatcher, acusada de cometer crimen de guerra durante el conflicto bélico por las Islas Malvinas, al hundir el crucero Gral. Belgrano que se encontraba fuera de la zona de excusión de combate, donde murieron 323 marineros argentinos -la mitas de total de bajas nacionales durante todo la batalla-) y su vice, Victoria Villarruel, encabezaron un fastuoso desfile militar que recorrió la avenida del Libertador desde la calle Agüero hasta la intersección con la avenida Olleros, en el que participaron unos 7 mil efectivos de las tres Fuerzas Armadas y de las cuatro Fuerzas de Seguridad, acompañados de decenas de vehículos terrestres y anfibios transportados y unas 70 aeronaves entre helicópteros del Ejército Argentino y aviones de transporte, entrenamiento y combate de la Fuerza Aérea Argentina que sobrevolaron las inmediaciones del evento, sin que se conozcan datos oficiales sobre el costo del mismo, que según distintas versiones periodísticas, rondó entre los 50 y 100 millones de pesos, pero que al cierre de esta columna sigue sin conocerse el dato exacto (mirá el video al final de la nota) de la erogación realizada por el Estado argentino para subir un poco más la autoestima del presidente Milei y la de sus ministros más mediáticos, en un contexto de peligrosa caída de la calidad de vida de la mayoría de los argentinos, como consecuencia del pavoroso ajuste que lleva adelante la administración libertaria, con el único objetivo de lograr equilibrio fiscal solo para pagar la deuda externa y desregular el control estatal en áreas sensibles, que únicamente terminan beneficiando a grupos económicos y financieros extranjeros y a unos pocos locales, en detrimento de la industria nacional, los derechos laborales y el consumo interno.
Para colmo, y si todo esto fuera poco, el corolario del desfile militar lo encabezaron los propios Javier Milei y Victoria Vilarruel, al subirse a un tanque argentino TAM y recorrer unos pocos metros sobre el mismo, arengando (Milei) a los presentes, como si se tratara de un recital de rock.
Definitivamente, circo sin pan, porque cada vez menos argentinos comen en el país de la comida.
La realización de un desfile militar en una fecha patria tan cara a nuestra historia nacional, como lo es el Día de la Independencia, no está mal. Corresponde que haya políticas para acercar a la población civil con las fuerzas armadas, más aún en un contexto donde parte del territorio nacional se encuentra ocupado militarmente por un potencia extranjera, y el mundo atraviesa guerras por doquier y un resurgir de nacionalismos que en materia económica, apuran sus estrategias y capacidades para hacerse de recursos naturales de todo tipo, y de los que a la Argentina le sobran (agua dulce, litio, gas, minerales, aparentemente petróleo, carne, semillas, etc.)
El asunto a debatir acá es la función de este tipo de eventos, que inexorablemente deben estar acompañados de políticas públicas que –en principio- apelen a la identidad nacional de los argentinos (sin dudas muchos de los asistentes al desfile de este martes, que viven en los barrios más acomodados de la Ciudad, desprecian su destino sudamericano y todo lo referente a la argentinidad, no saliendo de su propia cosmovisión tilinga)
La defensa de la identidad nacional es responsabilidad de los núcleos familiares y del Estado, que debe elaborar políticas públicas que no caigan en facilismo “patrioteros”, y que definan en sentir nacional como la defensa de su presente, futuro, de su destino, de su territorio y de la independencia económica, soberanía política y justicia social, sin las cuales no hay formación posible del ser nacional ni amor por la patria y el pueblo.
Adorní evitó hablar sobre el costo del desfiles militar del 9 de julio:
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