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Día del Trabajador en cuarentena y los desafíos para la post-pandemia

Por Maximiliano Borches. En un atípico Día Internacional de los Trabajadores, las redes sociales se transformaron en escenarios virtuales, donde millones de personas de todo el planeta no solo recuerdan a los mártires de Chicago, sino que además expresan sus convicciones, deseos y esperanzas, ante un escenario de retracción laboral, producto de las políticas neoliberales preexistentes y de las condiciones económicas impuestas por la pandemia del coronavirus Covid-19. En los últimos días, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió sobre la posible pérdida de 305 millones de empleos solo en este año, a nivel global. Uno de los grandes desafíos post-pandemia, es la discusión de convenios colectivos de trabajo, acorde a las nuevas herramientas y condiciones laborales que se van implementando, como así también del nivel y calidad de las organizaciones colectivas. Los trabajadores no debemos ser la variable del ajuste.

En un escenario global de constantes pérdidas laborales, acompañadas de miserables oportunismos por parte de empresarios de todo tamaño para reducir derechos de los trabajadores -que en algunos casos avanzan cerrando viles pactos con algunos dirigentes sindicales, que ni siquiera se sonrojan al negociar rebajas salariales que sufren los trabajadores, solo para mantener sus privilegios-, se torna imprescindible elaborar un plan de acción para la etapa post-pandemia, a través del cual no solo se pongan la atención en los futuros convenios colectivos de trabajo -que sin dudas comenzaran a debatirse- sino también, en la defensa del trabajo y el trabajador. Menos horas por igual salario, condiciones dignas de empleo por teletrabajo, delivery, producción, debe ser el objetivo a preservar y en algunos casos, conquistar, son algunas de los items a debatir.

La pandemia impone la entrada brutal a un nuevo mundo. Y la tensión por ver qué intereses prevalecerán en él, ya comenzó a desatarse. Por este motivo, además, urge la construcción de nuevas direcciones sindicales, que en el caso argentino, retomen las banderas originarias del justicialismo, donde el trabajador no era la variable de ajuste. Un dirigente sindical que en los últimos 20 o 30 años se convirtió en empresario, no debe ser nunca más un dirigente sindical.

“El trabajo dignifica”, afirmaba con total claridad, el líder popular y tres veces presidente, Juan Domingo Perón

El futuro es una gran incógnita, y una construcción colectiva tanto para quienes defienden intereses humanos en él, como para quienes lo hacen solo en defensa de sus privilegios. No necesariamente el mundo que viene será mejor. Es importante no perder de vista que el ser humano, por naturaleza, es egoísta. Y en muchos casos, allí radicaron varias de las fallas instrumentales de las construcciones colectivas. Sin embargo, toda crisis ofrece una oportunidad. Y para empezar, los redireccionamientos de políticas estatales que comienzan a darse en varios países, abren las puertas para una mejor organización social.

El futuro, en definitiva, depende de nosotros y del nivel que le demos a las organizaciones que pertenecemos, tanto políticas, sindicales, sociales, como de cualquier tipo.

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