La mayor sorpresa que dejaron las elecciones de medio término fue el crecimiento de las extremas derecha e izquierda, que contarán a partir del 10 de diciembre con una bancada de 5 y 4 diputados respectivamente. La crisis socioeconómica amplificada por el macrismo se potenció durante los peores momentos de la pandemia (que aún hoy continúa), y los efectos directos de esta dramática situación sanitaria, sumado al enojo, la apatía, el desencanto y el denominado “voto bronca”; se plantean como ensayos de explicación de este fenómeno, que a lo largo de las deliberaciones futuras terminarán siendo funcionales a las posición de “Juntos por el Cambio”, tal como quedó demostrado en varios de los votos realizados por el multiespacio trotskista en la Cámara baja, que en concreto atentaron contra los intereses populares, como cuando se abstuvieron al momento de votar el aporte extraordinario de las grandes fortunas (tal como quería el macrismo) y la negación a apoyar la “Ley de Zonas Frías”, que beneficia a millones de usuarios de gas en las zonas de menores temperatura del país.
Por Maximilano Borches
La política no es una ciencia exacta y en algunos casos –como el vivido durante la elección de medio término del pasado 14 de noviembre-, una victoria puede ser amarga y una derrota puede ser dulce. Al menos este es el sentir por estas horas, tanto en las tolderías de la alianza macrista/radicales/lilitos, como en las del peronismo y sus aliados del Frente de Todos de la provincia de Buenos Aires, donde el oficialismo quedó a un paso de dar vuelta la derrota electoral del 12 de septiembre pasado, y el macrismo/radicalismo no logró alzarse como una fuerza netamente ganadora, que potencie las ilusiones de Horacio Rodríguez Larreta de ser presidente en 2023. Un cálculo –éste- que si bien es prematuro, resuena en cada reunión política por estas horas.
Lo que sí se convirtió en un fenómeno, fue el crecimiento electoral de las extremas derecha e izquierda, representadas por los partidos neofascistas “Avanza Libertad”, encabezado por el showman violento Javier Milei) y su versión bonaerense, “La Libertad Avanza”, encabezado por el maestro de provocadores, José Luis Espert.
Del otro lado de ese mismo extremo, se encuentra el multiespacio trotskista, denominado “Frente de Izquierda-Unidad”, que en sus fantasías de revolución permanente, ya comenzaron a sentir que “tomaron por asalto el Palacio de Invierno”, por haber logrado 4 bancas de diputados: dos por la provincia de Buenos Aires, 1 por Jujuy y otra por CABA.
Lo complejo del caso, es que como representación de extremos terminan (y terminarán) jugando roles similares al momento que haya que debatir leyes que beneficien de manera concreta a amplios sectores de la población. Unos (la extrema derecha) lo harán en el nombre del “Mercado Libre”.
Los otros (la extrema izquierda) lo harán por su parte, en nombre de esa pureza casi religiosa de decir que son ellos los que “verdaderamente representan los derechos del pueblo trabajador”, y en la práctica –como demuestran hacer en varios casos- terminan jugando en contra de esos intereses que dicen representar, no solo cuando cortan accesos a la Ciudad dejando a decenas de miles de trabajadores sin la posibilidad de ganar su sustento en esas jornadas, sino como lo hicieron en el Congreso Nacional al abstenerse durante la votación del aporte extraordinario de grandes fortunas, o cuando se negaron a acompañar la rebaja del gas en zonas frías, rechazaron la nueva fórmula de movilidad jubilatoria, votaron en contra de la anulación de la reforma tributaria del macrismo, que restableció impuestos a grandes empresas y los bajó para pymes, y también se opusieron a la ley de sostenibilidad de la deuda.
Los pueblos deben hacer siempre sus experiencias. Pero votar extremos termina siendo siempre perjudicial para los intereses generales de la población.
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