Eva Duarte de Perón, marcó a fuego la revolución justiciliasta, parida en los barrios y fábricas de las periferias de la grandes ciudades del país. Su fugaz obra política se basó exclusivamente en el ideario de la Doctrina Justicialista, único cuerpo de ideas surgido en el Siglo XX, que se mantiene vigente en este Siglo XXI. Su pasión fue el pueblo, su vida, un testimonio de ese sueño transformador que comenzó Juan Domingo Perón en 1943, cuando desembarcó en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Su mejor legado es la acción concreta -y colectiva- de su pensamiento.
«Si el pueblo fuera feliz y la Patria grande, ser peronista sería un derecho. En nuestros días, ser peronista es un deber. Por eso soy peronista», afirmó Evita Perón -como si le hablara hoy a nuestro pueblo, en estos tiempos de retrocesos y reinstalación neoliberal- ante una multitud de trabajadores, aquel 17 de octubre de 1949. Año bisagra en la revolución justicialista: Nacía la nueva Constitución Nacional, en cuyo prólogo se sumaba un concepto clave para la transforamción nacional: La patria debe ser económicamente independiente, política soberana y socialmente justa.
La breve, pero intensa, historia de Evita Perón, en gran medida sintetiza las grandes tragedias y las grandes transformaciones que nuestra Patria transitó en sus apenas doscientos y algo más, de años de existencia. Nacida en una familia pobre, e hija no reconocida por su padre, el 7 de mayo de 1919, sólo vivió 33 años. Tiempo más que suficiente para llevar a cabo una profunda obra política y social basada en la Doctrina Justicialista, creada por Juan Domingo Perón.
Su lucha por los derechos de los trabajadores, el «subsuelo de la patria revelado», las mujeres, los excluidos de estas tierras y otras (así lo demostró durante en su gira europea de 1947, que durante más de sesenta dias, recorrió casi una docena de países llevando la solidaridad justicialista a distintos pueblos europeos, que quedaron devastados por los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Y que más tarde «se olvidaron» de la solidaridad argentina recibida)
«Yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria. Muerta o viva!!…para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista», Evita Perón (Discurso 1º Mayo de 1952, en Plaza de Mayo)
La Escuela de Enfermeras de la Fundación Eva Perón
Su obra emblemática fue la «Fundación Eva Perón», y su Escuela de Enfermeras, nacida para contrarrestar los intereses de la Cruz Roja, en una patria liberada, como fue la Argentina peronista que se desarrolló como nunca, entre 1945 y 1955. La Escuela de Enfermeras tuvo 858 egresadas y 430 especialistas, y allí estudiaban -entre otras materias- manejo y Anatomía.
El programa era considerado de avanzada: en primer año tenían Anatomía y Fisiología, Semiología (Médica), Higiene y Epidemiología General, Defensa Nacional, Historia de la Enfermería y Moral y Doctrina Peronista. En segundo: Enfermería Quirúrgica, Enfermería Clínica, Primeros Auxilios, Medicina Social y Doctrina Peronista. Y en tercero: Obstetricia y Ginecología, Infecciosas, Puericultura y Pediatría, Dietética y Arte Culinario, Neuropsiquiatría y Doctrina Peronista. Además, podían optar por estudiar un año más y recibirse como especialistas en Anestesia, Hemoterapia, Laboratorio y Asistencia Dental, entre otras. Resulta evidente que la única materia que se repetía año tras año era Doctrina Peronista.
El objetivo era muy concreto, formar enfermeras, pero justicialistas: “la alumna es preparada para el civismo –remarcaban los escritos–, pues con la conquista de los derechos políticos de la mujer, adquiere gran importancia la capacitación de la juventud femenina en ese campo”. Se buscaba revolucionar la enfermería y el país. Como consideraban que no había material de formación suficiente, la escuela contaba con un equipo auxiliar de taquígrafas. De esa manera, se tomaba nota de las clases, para preparar los apuntes que después repartían en forma gratuita. Igual que los uniformes (reglamentario interno, de labor y de gala) y que las habitaciones individuales para las que venían del interior y la comida.
Tras padecer una voraz enfermedad, festejada por los sectores oligarquicos y tilingos de la sociedad argentina, Evita dio su paso a la inmotalidad el 26 de julio de 1952, a las 20:25hs.
Épico dicruso pronunciado por Evita Perón, el 1º de mayo de 1952: