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El Presidente que liberó a la Argentina del FMI, dijo “No al ALCA” y devolvió las paritarias a los trabajadores

Aquel 25 de mayo de 2003, con la llegada de Néstor Kirchner, el sol comenzaba a brillar fuertemente para la Argentina, luego de décadas de oscuridad política, económica y social que ensombreció al pueblo y el desarrollo estratégico de las fuerzas productivas desde la muerte de Juan Domingo Perón. Mirá el video al final de la nota. 

El 15 de diciembre del 2005 el entonces Presidente Néstor Kirchner anunció la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. El anuncio se realizó en el aniversario por los 200 años de la ciudad de San Fernando, en donde el Presidente explicó que “queremos volver a ser independientes y manejar nosotros los resortes de nuestro país. Y por ello hace pocas horas atrás decidimos terminar con esa deuda de 50 años y le dijimos al Fondo Monetario Internacional (FMI)”.

Esta medida se hizo efectiva semanas después, el 3 de enero del 2006, cuando Argentina canceló en un solo pago la deuda que mantenía con el organismo que en ese momento llegaba a los 9800 millones de dólares. Con este pago, Argentina cerraba una relación que había empezado en 1956, con el primer crédito del organismo otorgado al entonces dictador Pedro Eugenio Aramburu.

Sin embargo, la historia de la fatídica relación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional no terminó allí. Más bien, volvió a iniciarse 12 años después, cuando el entonces Presidente Mauricio Macri volvió a acudir al Fondo para volver a endeudar al país con un crédito por 50 mil millones de dólares, el más grande que el organismo había otorgado en su historia.

¿Cómo se le pagó al Fondo?

Al momento del pago, Argentina venía de transitar una crisis que había dejado un 60% de pobres. Sumado a esto, el país debía afrontar los vencimientos de pagos al Fondo, que sumaban 5.082 millones de dólares para el 2006, 4.635 millones para el 2007 y un último pago de 432 millones programado para el 2008. La mayor parte del pasivo que el país tenía con el FMI se habían contraído precisamente antes de esta crisis, entre enero y septiembre del 2001, en un último intento de La Alianza por tapar el pozo económico que era la convertibilidad.

El gobierno de Néstor Kirchner tenía una ventaja. A pesar de la crisis, durante el 2005 había logrado un crecimiento de 8 puntos del PBI. Esto le permitió reestructurar la deuda con el 76% de los acreedores privados y así salir del default.

No al ALCA y paritarias

En lo económico, los cambios operados sorprendieron a propios y extraños. Néstor Kirchner afirmó que no estaba dispuesto a pagar la deuda externa con el hambre del pueblo, y comenzó una durísima negociación con los acreedores, logrando una quita inédita del 70 por ciento. Habiendo sacado al país del default, decidió cancelar la deuda con el FMI, y dejar de ser sometido al monitoreo humillante de un organismo financiero que buscaba mantener en pie las políticas neoliberales que habían hundido en el infierno de la pobreza y la indigencia a millones de compatriotas.

Las nuevas condiciones generadas, permitieron ir revirtiendo la situación económica. El Estado comenzó a tener una creciente gravitación. La obra pública se convirtió en una poderosa palanca de reactivación. El aparato productivo comenzó con una progresiva pero constante tendencia al crecimiento. La industria, devastada en los 90, volvía a respirar. Su recuperación permitió ir dejando atrás ser solo un país agroexportador. Los índices de pobreza y exclusión comenzaron a bajar. La ayuda social se fue focalizando en los sectores más postergados, apuntando a su reinserción en el mundo laboral.

El, llamado «No al ALCA» significó un hito en la historia de América Latina, la resistencia a los intereses de las superpotencias y el Fondo Monetario Internacional, y así entonces comenzar a transitar un camino distinto priorizando a la región, en un proceso de integración que el 4 de noviembre de 2005, en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, se puso en marcha y marcaría los años por venir. Fue el tiempo de Lula, en Brasil; Hugo Chávez en Venezuela; Rafael Correa en Ecuador; Tabaré Vázquez en Uruguay; Evo Morales en Bolivia, y por supuesto Néstor Kirchner en Argentina. Ellos perfilaron una América del Sur unida en sus grandes objetivos para defender los derechos de los pueblos.

Con Néstor Kirchner se reinstalaron en el país las negociaciones paritarias entre los gremios y las empresas. Este mecanismo de negociación, enterrado por años, fue el que permitió a la clase trabajadora mejorar sus condiciones salariales y laborales.

Hasta 2003 Argentina destinaba el 5 por ciento de su PBI al pago de la deuda externa y el 2 por ciento a la educación. Desde entonces se revirtió ese porcentaje y se destinó más del 6 por ciento del PBI a la educación y el desarrollo cultural. Argentina estaba dando un gigantesco paso hacia un futuro de grandeza y felicidad. Avizorar este nuevo horizonte fue posible porque la entrega de Néstor Kirchner no supo de límites. Por eso, haber vuelto a quedar encadenados y a sufrir el sometimiento que nos imponen los actuales burócratas del Fondo Monetario Internacional, repugna tanto como recordar la cínica cara de Macri cuando nos condenó al suplicio de cargar otra vez la cruz de una deuda impagable.

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