Los restos del último ídolo de masas, Diego Armando Maradona, ya descansan en paz junto a los restos de sus padres, en el cementerio Jardín de Bella Vista. Durante su accidentado velatorio en Casa Rosada sucedió de todo. Tras la ferocidad de la represión por parte de la Policía de la Ciudad, ya nadie pudo entrar a despedir sus restos en la capilla ardiente, y fue trasladado a San Miguel. La dimensión global de Diego Maradona, sencillamente lo ubica en el podio de los mitos universales. El mundo entero lo sigue llorando.
Finalmente, y tras un día intenso donde sucedió de todo –represión policial de la policía porteña incluida y frenada tras pedido del ministro de Interior Eduardo de Pedro– los restos del último ídolo popular, Diego Armando Maradona ya descansan junto al de sus padres Don Diego y Doña Tota, en el cementerio Jardín de Bella Vista.
Lejos de que se lo respete tras su deceso -y con el único motivo mercantilista de disputar altos ratings y pautas publicitarias-, a partir de ahora los medios masivos de comunicación harán todo tipo de coberturas sobre las peleas que seguramente comenzarán por su sucesión, el abandono o no que sufrió durante su última morada en Tigre, su familia, también sobre quienes comenzarán a aparecer como su posible familia para ver si logran alguna tajada de su fortuna, etc, etc, etc…
Lo cierto es que el mundo presenció la despedida del último ídolo popular-mundial. Esta definición define a Diego, como una personalidad que logró proyección internacional con todas las características del pasado siglo XX, donde por entonces –por las características socio-culturales pasadas- los liderazgos trascendentes marcaban profundas huellas.
Hoy, tras el final caído en forma de cascotes de la disputa hegemónica de dos relatos que intentaban presentarse distintos –por más que la disputa imperial fuera la misma- el sistema es un solo y no solo mejoró semióticamente, también los modos de dominación dieron un salto cualitativo, acompañados de los dispositivos info-comunicacionales.
La irreverencia de Diego, su enfrentamiento por momentos anárquico contra los poderes de facto, sus exilios, regresos, sufrimientos; sus frases antológicas, lo convirtieron en una especie de “Martín Fierro global”.
Uno de esos personajes bien argentinos, que solo la genialidad que reina en el caos del universo del Ser argentino, permite dar cada tanto tiempo.