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Enfermeros y enfermeras: es hora de que cuidemos a quienes nos cuidan

Por Claudia Lazzaro*. La pandemia global de COVID-19, además de sus consecuencias directas sobre la salud de la población en general, visibilizó problemáticas que en la «vieja normalidad» pasaban desapercibidas. Una de las cuestiones más relevantes es la dimensión de los trabajos de cuidados, hoy en día revalorizados por la obligación de mantener el aislamiento social. Este universo de los trabajos de cuidados no abarca solamente a los trabajos en los hogares y en espacios comunitarios, sino que también comprende la ardua tarea de quienes realizan trabajos de enfermería en este contexto de crisis sanitaria y económica.

El sector de trabajadorxs de enfermería ha sido tradicionalmente feminizado, factor que contribuye a su invisibilización y a la enorme brecha salarial respecto a otros trabajos del campo de la salud. Existe una fuerte división basada en cuestiones de género que asocia a lxs médicxs con los varones, quienes reciben una mayor valoración dentro y fuera de los establecimientos de salud que lxs enfermerxs, generalmente mujeres. Esto se expresa no sólo en el trato cotidiano de la población sino también en la estructuración física de las instituciones sanitarias: lxs gremios de enfermería denuncian que, a diferencia de lxs médicxs, no cuentan con espacios apropiados para descansar en las largas jornadas de trabajo, muchas veces repartidas entre varios establecimientos públicos y privados.

Lxs enfermerxs son quienes pasan más tiempo en contacto con lxs pacientes y sus familias, interviniendo en situaciones de gravedad extrema en donde se pone en juego la salud humana. La escasez de personal de enfermería es un problema recurrente que obliga a sobreexigir a lxs enfermerxs en la atención a lxs pacientes. El contexto de la pandemia sumó una presión extraordinaria a estas tareas cotidianas, provocando un incremento en el nivel de violencia verbal e inclusive física sobre lxs trabajadorxs de la salud. Estas agresiones no sólo se producen de parte de lxs pacientes y sus allegadxs, sino también provenientes de médicxs, en muchos casos con un fuerte componente de violencia machista.

Estas problemáticas se ven agravadas desde el plano simbólico y económico con la falta de reconocimiento de la formación en enfermería, puesto en cuestión con la reforma de salud impulsada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en 2019. La medida excluyó a la formación en enfermería del reconocimiento profesional: lxs trabajadorxs de la salud denuncian que esto implica una pérdida del 30% en sus salarios.

Los trabajos de enfermería también tienen lugar por fuera de los establecimientos de salud, de manera particular y atendiendo a las necesidades de personas con problemas graves de salud y discapacidades. Estas atenciones se han vuelto críticas durante la pandemia, debido al peligro que comporta el virus para esta población y las limitaciones a la hora de movilizarse y cumplir con todas las medidas de seguridad sanitaria.

Lxs trabajadorxs de enfemería nos cuidan a nosotrxs y nuestros seres queridos en momentos de tristeza y desesperación. Hoy en día, las voces de enfermerxs se viralizan en las redes sociales pidiendo ayuda para contener el desborde físico y emocional que ocurre en hospitales y sanatorios, exponiendo cotidianamente su salud al COVID-19 y soportando la pérdida de colegas a manos del virus. Su situación requiere una atención especial: campañas de concientización sobre el respeto y el buen trato, reconocimiento a su formación profesional, desfeminización de las tareas y adecuación de las condiciones materiales y económicas para que puedan desarrollar su trabajo. Es hora de que cuidemos a quienes nos cuidan.

*Directora de Políticas de Equidad, Formación Laboral y Políticas de Cuidado del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires

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