En el marco de la dramática situación socio-económica impuesta por la pandemia de coronavirus, que azota al mundo entero, destruyendo economías y entramados productivos-laborales, las políticas fiscales aplicadas por orden del presidente Alberto Fernández, permitieron que las empresas sobrevivieran a la caída de los ingresos y en muchos casos mantengan sus plantillas de trabajadores. La tasa de desempleo hizo pico de 13,1% en el segundo trimestre y cayó a 11,7% en el tercero. La recuperación fue protagonizada por cuentapropistas e informales.
La expectativa era que el desempleo creciera en el tercer trimestre. Pero los números sorprendieron y marcaron una baja respecto al segundo trimestre. La pandemia generó, por supuesto, un impacto en términos de desocupación pero lo cierto es que, de la mano del ATP y la prohibición de los despidos, ese golpe no se sintió tanto, a la vista del desplome brutal que hubo en el PBI. Así, en el tercer trimestre la tasa de desempleo en Argentina cayó a 11,7% en el tercer trimestre.
El Indec publicó el informe Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos, realizado a través de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del tercer trimestre. Se esperaba que, tras la salida de facto de la versión más rígida del aislamiento, la búsqueda masiva de empleo generara un salto en la tasa de desocupación en Argentina. Pero lo cierto es que el grueso de los 1,1 millones de personas de los 31 aglomerados urbanos, que salieron a buscar trabajo, lo consiguieron.
Eso sí: se trató pura y exclusivamente de cuentapropistas y asalariados informales. No casualmente, esos dos sectores habían sido los que habían explicado el desplome del segundo trimestre. En números, durante el peor trimestre de la cuarentena los empleos cuentapropistas habían caído de 9,4% a 6,6% y en el tercer trimestre se recuperaron casi totalmente hasta quedar en 9,3%. Los asalariados informales habían caído de 11,1% a 6,1%. En el tercer trimestre volvieron a 7,7%.
Argentina fue uno de los países del continente más golpeados por la pandemia. Su cuarentena especialmente rígida y duradera provocó entre febrero y septiembre una contracción del PBI de 7%. Se trató del cuarto peor desempeño del continente, solo superado por Perú, Colombia y República Dominicana. Y eso de la mano con una de las mayores tasas de muerte por millón a causa de Covid-19.
Hasta ahí los deméritos del Gobierno. Por el lado de los méritos, lo cierto es que ese desplome extraordinario de la actividad no se tradujo en un incremento significativo del desempleo. En el segundo trimestre llegó a trepar hasta el 13,1% (desde 8,9% a fines de 2019) y se esperaba que creciera mucho en el tercer trimestre. De hecho, se barajó que tenía un techo de 29%, aunque en un escenario más realista, en el que solo la mitad de las personas conseguía reinsertarse, podía trepar hasta el 20%
Pero finalmente ese fue el pico. El ATP y la prohibición de despidos se anotaron entre las causas por las cuales el empleo formal no sufrió una caída tan abrupta como la de los cuentapropistas, que ya recuperaron lo perdido, y los informales.
Salario complementario y crédito subsidiado
El director de la consultora Epyca, Martín Kalos, afirmó al respecto: “Los que se recuperaron en el tercer trimestre fueron empleos cuentapropistas. Monotributo, trabajos que se ejercen individualmente y changas. Ahí se explica la caída del segundo trimestre y la recuperación del tercero. Ahí no hay mérito del Gobierno porque se perdieron por las restricciones y se recuperaron por una vuelta a trabajar que fue de facto durante el tercer trimestre”.
Y agregó: “Lo que sí logró el Gobierno fue que no cayera fuerte el empleo formal privado. El público se mantuvo, directamente. Pero el privado formal perdió poco. Ahí no creo que la prohibición de despidos influya tanto, salvo en empresas muy grandes. Pero sí entra el ATP y sus distintas formas, como el crédito a tasa subsidiada. Las empresas aguantaron con un financiamiento a costo mínimo, pagaron sueldos pese a tener ingresos menguados”.
En el segundo trimestre del año, 2,5 millones de personas perdieron su trabajo en los 31 aglomerados principales. Ahora el número se redujo a 1,4 millones de trabajadores que perdieron su lugar a lo largo de la pandemia.