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Evita, el nombre que fue recogido como bandera a la victoria

Por Maximiliano Borches. «El peronismo no se aprende ni se proclama, se comprende y se siente, por eso el peronismo es la fe popular hecha un partido en torno a una causa de esperanza que faltaba en la patria», explicó como nadie María Eva Duarte, bautizada para siempre desde el amor popular: Evita Perón. Su figura encarnó la mística de la revolución Justicialista nacida el 17 de octubre de 1945. A 69 años de su paso a la inmortalidad, su figura, como la de Juan Domingo Perón, son las más destacas de la historia nacional reciente, y se transformaron en “bandera de victoria” empuñada por varias generaciones hasta el presente. A causa del infinito amor popular que movilizó a millones de argentinos para despedirla, su funeral se extendió por 16 días. El más extenso de la historia argentina.

Evita Perón encarnó en su figura, al igual que Juan Domingo Perón, todo lo que la oligarquía siempre despreció: el origen humilde, la defensa inclaudicable de los desposeídos, la relación de fe entre la praxis política y la construcción de una sociedad más igualitaria, las profundas convicciones, la dignidad, el amor hacia el pueblo y la puesta en vigencia de derechos que hasta el día de hoy se mantienen, a pesar de los variados intentos por destruirlos.

Nació un 7 de mayo de 1919 en la localidad bonaerense de Los Toldos. Desde allí emigró a la Ciudad de Buenos Aires con el deseo de ser actriz, y lo consiguió.

En 1944 conoció al entonces Coronel Juan Domingo Perón, en medio de la campaña solidaria por los afectados del terremoto en San Juan. Allí, surgió el amor entre ambos, y fundamentalmente, se constituyó una de las parejas más destacadas de la historia nacional.

Por una extraña casualidad, o un misterioso sello del destino, tanto el peronismo como las fuerzas populares y federales de nuestra historia nacional, se vieron potenciadas por parejas que fueron míticas en sus desarrollos transformadores: Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra Juan Domingo Perón y María Eva Duarte, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

En el año 1947, impulsó y logró la sanción de la ley de sufragio femenino, con la que se consiguió la igualdad política entre hombres y mujeres, a la vez que consiguió también la igualdad ente los cónyuges y la patria potestad compartida, a través el artículo 39 de la Constitución Nacional de 1949, derogada por el criminal golpe cívico-militar de 1955, en el que una alianza entre los partidos Comunista, Conservador, la UCR y la Armada Argentina, bombardearon la Plaza de Mayo, dejando más de 400 civiles muertos, entre ellos, decenas de niños de escuela primaria.

El 8 de julio de 1948, Evita creó la Fundación Eva Perón, desde donde se llevó a cabo una destacada labor de inclusión social verdaderamente transformadora, que logró sustituir el concepto de «caridad» tan utilizado por la Iglesia como por los sectores de la oligarquía, por el de «solidaridad».

«Si el pueblo fuera feliz y la patria grande, ser peronista sería un derecho. En nuestros días, ser peronista es un deber. Por eso soy peronista. Soy peronista por conciencia nacional, por procedencia popular y por convicción personal y apasionada solidaridad y gratitud hacia mi pueblo», Evita

Más tarde, en 1949, creó el Partido Peronista Femenino, que presidió hasta el día de su temprano fallecimiento producto de un cáncer fulminante, el 26 de julio de 1952.

Por esos días, mientras la «Jefa Espiritual de la Nación» yacía en su lecho de enferma, sectores de la oligarquía, en conjunto con militantes de los partidos Comunista, Socialista, conservadores y la Unión Cívica Radical, pintaban en las paredes de Buenos Aires la tenebrosa leyenda: «Viva el Cáncer».

Sus restos descansaron en la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), hasta el golpe cívico-militar-eclesiástico de 1955. Desde entonces, y hasta el retorno definitivo del general Juan Domingo Perón, en 1973, tras casi 18 años de exilio forzoso, su cuerpo había sido robado y entre otros periplos, enterrado bajo un nombre falso en un cementerio italiano. Hoy, su cuerpo embalsamado se encuentra en el cementerio de la Recoleta.

Último discurso de Evita Perón, el 1º de mayo de 1952:

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