Formó parte del “Operativo Rosario”. Tras navegar durante dos horas, a lo largo de 10 millas a bordo de un kayak, junto a su compañero de combate Bernardo Schweizer, fue el primero en tocar tierra malvinense el 1 de abril de 1982, un día antes de que comenzara la guerra de Malvinas. “Olvidarse de Malvinas es traicionar la memoria de los que quedaron muertos allá, porque ellos fueron a entregarse enteros. Todos los que fuimos allá, nos fuimos a entregar enteros, por nuestro país. Nos entrenamos, todo lo que sea, pero cuando uno está allá va a pagar con su vida el amor que uno tiene por la patria. Por eso nunca hay que olvidarlos. Olvidar a nuestros veteranos que quedaron allá muertos es matarlos dos veces. Nunca hay que olvidarlos, es sangre nuestra”, afirmó Cequeira, en ocasión de los 40 años de la recuperación de las Islas, Malvinas, hasta hoy ocupadas militarmente por el Reino Unido/OTAN.
Junto a Bernardo Schweizer fueron los primeros soldados argentinos en pisar las islas alrededor de las diez de la noche del 1° de abril, en una navegación que la realizaron en un kayak, que hoy es una reliquia en el Museo de la Infantería de Marina.
Cequeira y Schweizer tienen una historia aparte. Cuando en 1980 Schweizer, un teniente de corbeta recién ascendido, hizo el curso comando, Cequeira, un suboficial, fue su instructor. Enseguida congeniaron. El Negro Cequeira era alegre y comunicativo, y con un talento innato para la enseñanza. Ambos estaban casados, y ninguno tenía aún hijos. Es más: Malvinas interrumpió la luna de miel de Schweizer.
Cuando se planeó la recuperación, el jefe de Schweizer le indicó que eligiese a los mejores comandos para la misión que tenían por delante. Y escogió a Cequeira como compañero de combate, en quien confiaba ciegamente. Corpulento, medía casi dos metros, decía que lo había elegido para que “le tapase las balas”.
El 21 de marzo habían entrado en alerta y su agrupación, que estaba en la Base de Mar del Plata, fue llevada a Puerto Belgrano, donde embarcaron en la fragata Santísima Trinidad. Sabían la misión: tomar un cuartel y una sede de gobierno, y luego debían realizar una evacuación inmediata. Pero no le dijeron cuál ni dónde era.
En viaje hacia el sur, se les informó que habían puesto proa a Malvinas y que integrarían el equipo que recuperaría las islas. En la noche del 1° de abril, luego de atravesar una tormenta de aquellas, el buque ancló en las inmediaciones de la bahía Enriqueta. Entonces, 94 comandos anfibios y buzos tácticos de la Armada ocuparon 22 botes de goma y un kayak a un mar que estaba increíblemente calmo, y con una luna que alumbraba por demás. Al mando estaba el capitán de corbeta Guillermo Sánchez Sabarots y su segundo era el capitán de fragata Pedro Giachino.
Navegaron en botes de goma a motor hasta la rompiente, y ahí Schweizer y Cequeira se pasaron al kayak, que llevaban remolcado. Era un modelo alemán, completamente desarmable para que pudiese transportarse en un submarino.
Ellos debían asegurar la zona para que pudiera desembarcar el resto de los comandos. Ambos conocían el plan a seguir por si a uno le pasaba algo, el restante debía terminar la misión.
Schweizer con un visor nocturno y detrás Cequeira con un compás, guiaba la navegación. El primero intuyó ver una luz y presencia de hombres. “Me parece que vamos a cambiar de playa”, dijo y le pasó el visor a su compañero. “Sí, sí, hay hombres allá”, confirmó. Los estaban esperando. Después se enterarían que había británicos con dos ametralladoras.
Entonces buscaron un punto a unos quinientos metros de ese lugar, más al norte. Si bien era una playa más chica, comprobaron que estaba desierta, y fue cuando desembarcaron el resto de los hombres. Eran las 23 horas.
Dos horas después iniciaron la marcha hacia los dos objetivos: la casa del gobernador y el cuartel de los Royal Marines, puntos que debían tomar a las 6 de la mañana, y sin producir bajas. Para ello, la patrulla se dividió en dos grupos: unos fueron con Sanchez Sabarots y el otro con Giacchino.
Avanzaron en la oscuridad total, caminando por la turba mojada y sorteando toda clase de obstáculos.
Cequeira contó luego que hubo una débil resistencia de los soldados británicos, quienes les dispararon durante diez minutos y que luego desaparecieron del lugar. Lo primero que hicieron fue arriar la bandera inglesa e izaron la argentina, tarea que estuvo a cargo de Sánchez Sabarots y del suboficial Guillermo Rodríguez, comando anfibio.
Cuando este grupo de comandos se enteró del tiroteo en la casa del gobernador y que el capitán Giachino lo habían herido junto al cabo Urbina, se dirigieron al lugar.
Fue un civil argentino quienes les advirtió que detrás de la residencia había royal marines. Fueron hasta el lugar y lograron que se rindieran.
Los comandos tenían sentimientos encontrados: estaban eufóricos por la misión en la que participaban, pero tristes por Giachino. A Schweizer le ordenaron llevar el cuerpo del capitán al continente.
Regresaron a la Base Belgrano y el 8 de abril los comandos fueron movilizados a Río Gallegos, a la espera de una asignación de otra misión que nunca llegaría.
El kayak que usaron Cequeira y Schweizer tiene una costura en el frente, y el responsable de la marca fue el propio Cequeira, quien confesó que había usado su cuchillo para quitarse el traje de goma y cuando quiso clavarlo en la arena, lo ensartó en la embarcación.
El kayak se lo quedó Schweizer, y fue Cequeira quien le propuso donarlo. Primero estuvo en un museo de Río Grande y luego lo pidió el museo de la infantería de marina.
Unos años después de Malvinas, alcanzó las aptitudes para continuar su carrera como oficial. Fue un instructor de comandos muy querido por sus alumnos.
Owen Crippa, Carlos Cequeira, Néstor Cudina y Adolfo Schultz son Veteranos de la Guerra de #Malvinas. El #2DeAbril de este año los encontró en su hogar, dando batalla desde otro lugar, pero con el recuerdo de quienes defendieron la Patria.
#QuedateEnCasa#CuidarteEsCuidarnos pic.twitter.com/1JDVgzDnQF— Armada Argentina (@Armada_Arg) April 5, 2020