El músico italiano, creador de bellas e inolvidables melodías que marcaron al cine italiano del siglo XX, falleció a los 91 años en su ciudad natal: Roma. El recuerdo sonoro de –entre otras películas- “Cinema Paradiso”, “El bueno, el feo y el malo”, “La misión” (británica, dirigida por Roland Joffé), y una de las epopeyas del cine italiano: “Novecento”, de Bernardo Bertoluccci, alcanzó el espacio de eternidad, que sólo logran las grandes obras artísticas. Reproducimos la emotiva carta que dejó a sus amigos.
El exquisito músico Ennio Morricone, nunca dejó de vivir en la metrólpoli que lo vio nacer, y que es considerada “eterna” por historiadores, artistas y personas que viven enamorados de la belleza. La ventana de su casa, daba a la romana Piazza Venecia. Quizás, una de las últimas imágenes que tuvo.
«Yo, Ennio Morricone, estoy muerto. Lo anuncio a todos los amigos que siempre han estado cerca de mí y también a aquellos que están un poco lejos, a los que saludo con gran afecto. Es imposible nombrarlos a todos. Pero un recuerdo especial es para Peppuccio y Roberta, amigos fraternales muy presentes en los últimos años de nuestra vida. Solo hay una razón que me impulsa a saludar así a todos y a celebrar un funeral de forma privada: no quiero molestar. Saludo con mucho afecto a Inés, Laura, Sara, Enzo y Norbert, por haber compartido conmigo y mi familia gran parte de mi vida. Quiero recordar con amor a mis hermanas Adriana, María, Franca y a sus seres queridos y hacerles saber cuánto los he amado. Un saludo pleno, intenso y profundo a mis hijos Marco, Alessandra, Andrea, Giovanni, mi nuera Mónica y a mis nietos Francesca, Valentina, Francesco y Luca. Espero que comprendan cuánto los he amado. Por último, María pero no última. A ella le renuevo el extraordinario amor que nos mantuvo unidos y que lamento abandonar A ella la despedida más dolorosa”.
Firmado: Ennio Morricone
Morricone dejó escrita su propia necrológica: “Solo hay un motivo para despedirme así y tener un funeral privado: no quiero molestar”. El compositor, algo furtivo en los últimos años, no amaba los protocolos innecesarios y podía ser una experiencia para nada agradable ante un entrevistador o una visita no suficientemente anunciada. El maestro tenía un carácter que por momentos podía ser endemoniado, el mismo que le hizo mandar al infierno a Quentin Tarantino cuando consideró que usaba de forma caprichosa sus temas en películas como Malditos bastardos o Django desencadenado. Más tarde se reconcilió con el cineasta, y firmó la impresionante música de su film: Los odiosos ocho.
En resumen, Morricone puso música a 500 películas y creó algunas de las bandas sonoras más míticas del cine. También –entre tantos otros permios-, ganó dos Oscar, pero nunca aprendió inglés ni se mudó a Hollywood.