Por Maximiliano Borches. En tiempos de “post-verdad”, la batalla política que se desarrolla a través de los medios hegemónicos de comunicación -a escala planetaria- es por la conquista del “sentido”; es decir, la colonización de la subjetividad a través de la creación de falsas noticias (“fake news”), cuyo único objetivo es la destrucción del contrincante político, y no la veracidad informativa. El último (por ahora) ejemplo de ello, es una noticia publicada en el matutino “La Nación”, que bajo la firma de Hernán Cappiello, titula: “Una sugestiva grabación de Lázaro Báez vincula su fortuna a Néstor Kirchner”. Detrás de este impactante título, desde el matutino aclaran que: “LA NACION no pudo confirmar la existencia de estas escuchas y la TV no mostró transcripciones oficiales ni reprodujo los audios.” Sin embargo, el objetivo de ensuciar al expresidente Néstor Kirhcner (en este caso) fue cumplido. ¿Cuántos lectores de esa nota habrán leído todo el artículo para darse cuenta que la misma, no es más que otra burda operación político/mediática?
Una de las reglas del periodismo gráfico, es consultar al menos tres fuentes distintas para constatar la veracidad de una noticia, antes de ser publicada. Sin embargo, la degradación del oficio de informar, que comenzó a darse a mediados del Siglo XX, y tomó renovado impulso a comienzos del Siglo XXI desde las grandes usinas de los medios hegemónicos de comunicación, suplantó esta vieja regla del periodismo, por la futilidad y banalidad que trajeron consigo la posmodernidad, y la generación de operaciones políticas, para conseguir a cambio pingües ganancias económicas, y sobre todo, una posición dominante en el mercado de la comunicación y la generación de noticias, que representan los intereses de sectores políticos antipopulares.
En este sentido, y tomando en cuenta que la comunicación se transformó en un campo de batalla para la conquista de la subjetividad, bien vale citar al senador republicano estadounidense, Hiram Johnson, quien en 1917 acuñó la célebre frase: “La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”.
En nuestro país, esta modalidad de inducir el pensamiento de masas a través de una poderosa arma: la mentira disparada de los medios masivos de comunicación, se potenció exponencialmente con la aparición del PRO, y la posterior constitución de su alianza “Cambiemos”, junto a la Unión Cívica Radical y el ARI.
Desde el año 2009 en adelante, llevan adelante una costosa y demoledora campaña mediática contra el entonces gobierno peronista, que encabezaba Cristina Fernández de Kirchner, como así también contra varios dirigentes de ese espacio político, y otros de partidos aliados.
Muestra de ello -entre otras-, fueron las operaciones político/mediática contra Aníbal Fernández, quien en momentos de disputar la gobernación bonaerense en 2015, cayó víctima de una causa relacionada con el narcotráfico, cuyo primer paso lo dio un narcotraficante –hoy preso- desde la casa de la diputada Elisa Carrió, para las cámaras de la señal TN, del Grupo Clarín. Una causa, que al día de hoy, quedó desarmada al haber sido descubierta su falsedad y verdadera intencionalidad.
A este ejemplo, se le pueden sumar las noticias publicadas por los matutinos “Clarín” y “La Nación”, dando cuenta de que los actuales diputados nacionales Nilda Garré y Máximo Kirchner (FpV-PJ), tenían cuentas millonarias en bancos estadounidense, y que también fueron desmentidas.
Sin embargo, el paroxismo de las “noticas falsas”, la mayor vertiente de las operaciones nacidas desde el odio político, disparado desde los medios hegemónicos de comunicación, tuvo –y tiene- como objetivo a la expresidenta, y actual senadora nacional (FpV-PJ), Cristina Fernández de Kirchner, a quien no le han podido endilgar ninguna de las cuantiosas denuncias que han caído sobre ella, por una razón muy simple: la falta de pruebas.
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