Mirá el video. Para que nadie dude. La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, explicó el pasado jueves durante una exposición que brindó en el ‘think tank’ Atlantic Council por qué a Washington realmente le importa Latinoamérica: litio, petróleo y oro son algunos de los recursos que están en la mira de Washington, confesó.
«¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el triángulo de litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 % del litio del mundo está en el triángulo de litio: Argentina, Bolivia, Chile«, indicó Richardson.
Según la jefa militar, otra razón importante resulta ser la concentración de «las reservas de petróleo más grandes«, incluidas las de «crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana hace más de un año».
«Tienes los recursos de Venezuela también, con petróleo, cobre, oro«, continuó la general, destacando además la importancia del Amazonas, «los pulmones del mundo».
Por otro lado, «tenemos el 31 % del agua dulce del mundo en esta región», agregó, concluyendo que a EE.UU. le queda «mucho por hacer» y que «esta región importa». «Tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego«, puntualizó.
Refiriéndose a la seguridad nacional, Richardson mencionó a su «adversario número dos« en América Latina, «Rusia«, indicando que Cuba, Venezuela y Nicaragua tienen relaciones con Moscú.
Los orígenes del thnk tank Atlantic Council y el llamativo premio que recibió que le otorgaron a Mauricio Macri
Los dichos de la general estadounidense Richardson, datan del pasado jueves, en una conversación a la que fue invitada por el think tank “Atlantic Council”, una organización con vínculos estrechos con la OTAN y con llamativas fuentes de financiamiento.
Fundado en 1961, Atlantic Council lo integran desde Henry Kissinger a Condoleezza Rice, políticos republicanos y demócratas, militares retirados de EE.UU. y ex funcionarios de la CIA. Desde 2007, su presidente es el periodista Fred Kempe, ex reportero del diario económico Wall Street Journal.
Al Atlantic Council le interesa por sobre todas las cosas “construir y fortalecer la ya profunda integración económica entre Europa y los Estados Unidos, así como promover el liderazgo transatlántico en la economía global”, reza un Programa de Negocios que difunde en su página corporativa.
Aunque se declara como institución no partidista e independiente del gobierno estadounidense, puede formar un verdadero seleccionado de ex funcionarios de alto rango que ocupan en su staff distintas jerarquías. El periodista y escritor Kempe, veterano de coberturas como el nacimiento del sindicato Solidaridad en Polonia o la invasión de Panamá, es su presidente, pero figuran como directores dos ex secretarios de Estado: el nonagenario Kissinger que acompañó a Richard Nixon y el octogenario Thomas Pickering que trabajó con Clinton. La organización instituyó el cargo de director de por vida que ocupan unos pocos como el general retirado de la Fuerza Aérea de EE.UU. James P. McCarthy o el bisnieto del ex presidente Howard Taft, William Howard Taft IV, un abogado que prestó servicios en distintos gobiernos republicanos. Tampoco faltan los expertos del Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad. Su titular, el general James L. Jones, Jr ejerce la presidencia interina del Atlantic Council.
La organización que fue denunciada por el New York Times por acuerdos de colaboración poco transparentes como uno con FedEx, la compañía estadounidense de mensajería y paquetería, se defendió por medio de su presidente Kempe: “No hay duda de que el trabajo de los think tanks tiene más credibilidad que el trabajo de los grupos de presión, pero la única forma de preservarlo es a través de la independencia intelectual”, dijo citado por aquel medio en agosto de 2016.
En septiembre de 2018, cuando la crisis argentina no cedía ni un centímetro, el think tank decidió distinguir al expresidente Mauricio Macri por “su dedicación incansable y desinteresada con su país y su gente”. En esa misma fecha también fue reconocida con la misma distinción la primera ministra noruega, Erna Solberg, una política conservadora que cogobiernaba con el Partido del Progreso, una fuerza de ultraderecha. En septiembre de 2014, el New York Times informó que Atlantic Council recibía donaciones de naciones extranjeras. Una de ellas era Noruega, que contribuyó con 5 millones de dólares.