Por Maximiliano Borches. Cada 16 de agosto el pueblo paraguayo recuerda a los más de 3.500 niños asesinados durante la batalla de Acosta Ñu -en 1869-, por la caballería brasilera (que formaba parte de la Triple Alianza, junto a la Argentina y Uruguay, respaldados por el Reino Unido) durante el genocidio cometido en el marco de la denominada “Guerra Guasú” o “Guerra del Paraguay”. A 153 años de aquella masacre, recordamos a los mártires de una de las batallas más escalofriantes de la historia militar del mundo.
Con el objetivo de destruir el último bastión soberano y federal en Sudamérica, una vez finalizadas las guerras por la independencia de España, y derrotados los gobiernos de Juan Manuel de Rosas y las luchas de distintos caudillos federales en la Argentina, solo quedaba el Paraguay del mariscal Francisco Solano López, como último bastión soberano y nacional, de una región sudamericana que prácticamente se encontraba bajo el dominio económico –y político- de la principal potencia del siglo XIX: El Reino Unido de la Gran Bretaña.
En ese contexto, motivada y en parte financiada por las embajadas británicas en Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, se desarrolló entre los años 1864 y 1870 la denominada Guerra de la Triple Alianza, también conocida en nuestro país como Guerra del Paraguay o Guerra Grande o Guerra Guasú en Paraguay, que enfrentó a los países miembros de la Triple Alianza —Argentina (bajo el gobierno de Bartolomé Mitre), Brasil y Uruguay— contra Paraguay. Sin dudas, la guerra entre estados más larga y sangrienta de nuestra historia regional.
Se calcula que en esos casi seis años, murieron entre 200.000 y 300.000 paraguayos, que por entonces equivalían a la mitad de la población del país y de los cuales el 80% eran hombres.
En aquel contexto bélico, y más precisamente el 16 de agosto de 1869, se desarrolló la heroica batalla de Acosta Ñu, donde un Paraguay ya casi diezmado en su población masculina, presentó batalla con más de 3.500 niños y adolescente disfrazados con barbas, y un batallón de veteranos del 6º de infantería, ante más de 20 mil soldados de caballería e infantería brasileros.
Los niños paraguayos resistieron por seis horas resistieron las cargas de la caballería brasilera, que “vengando el engaño acabaron incendiando el campo de batalla con sus oponentes infantiles”, según narra el historiador argentino José María “Pepe” Rosa, en su libro «La Guerra del Paraguay y las Montoneras argentinas».
Terminada la batalla, las madres paraguayas salieron de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos, y poder socorrer a los pocos sobrevivientes. Fue entonces cuando el Conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando a niños y madres, y el Hospital de Piribebuy con 600 heridos, médicos y enfermeras.
Durante aquella guerra fraternal, motivada por intereses extranjeros y de las oligarquías terratenientes locales, se llevó a cabo uno de los crímenes más grandes de la historia. A raíz de este masivo asesinato, es que en Paraguay se conmemora cada 16 de agosto el “Día del Niño”. Una fecha que lejos de ser “festejada”, es vivida con dolor y no deja de interpelar sobre el trunco destino de aquel sueño sanmartiniano de la “Patria Grande”.