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La OTAN se sumó a los intentos fallidos de Napoleón y los nazis de vencer a Rusia

Por Maximiliano Borches. Al igual que Napoleón en 1812 y Hitler en 1941, las potencias occidentales encuadradas en la Organización del Tratado del Atlántino Norte (OTAN) subestimaron la capacidad de resistencia y combate de Rusia a tres años de iniciada la “Operación Militar Especial” –en postrimerías hoy de su finalización con la derrota del tándem OTAN/Ucrania-, que Moscú llevó a cabo tras los ataques y asesinatos de más de 14 mil civiles y militares por parte del actual gobierno ucraniano en la región del Dombás una vez consumada la destitución en Kiev de Víctor Yanukóvich (en 2014), y la llegada al poder del exhumorista Volodimir Zelenski, niño mimado de la Unión Europea y la OTAN, que al igual que lo acontecido con Juan Guaidó en Venezuela, y sucede en el presente con el esperpento argentino Javier Milei (a quen Washington descartará cuando lo considere necesario como hace ahora con Zelenski), cambió el traje de bufón por el de “héroe de los valores y la libertad”. Un disfraz que tiene fecha de vencimiento.

Finalizada la versión demócrata de los inquilinos de la Oficina Oval, los alicaídos gobiernos europeos sufren los efectos económicos de haber inyectado centenares de miles de millones de dólares al derrotado Zelenski -de los que un importante porcentaje de ese dinero se deconoce su destino-, y hoy no saben de qué manera volver a negociar con Moscú la compra de gas barato y otros commodities para dar respuesta a sus grandes crisis económicas (Alemania, principal economía europea, a la cabeza de la misma), en momentos donde deben convivir con la llegada del republicano Donald Trump, quien carga con su carpeta de reconfiguración global, que excluye a Europa y apunta sus cañones a China y la región del Asia-Pacífico.

Superado su abatido encuentro con Donald Trump y su vicepresidente, J.D Vance en la Casa Blanca, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski comprendió de la manera más descarnada que el individuo no tiene poder sobre su destino, que la historia la forman muchos y que se resignifica en el protagonismo que van asquiriendo los nuevos intereses estratégicos.

Quizá el mayor pecado cometido por el exhumorista ucraniano fue creer que el varias veces multimillonario apoyo económico estadounidense y europeo, para intentar vencer a las tropas rusas, iba a ser gratuito o prácticamente gratuito. Pero no. Nada es gratis en la vida, y menos aún el costo de mantener una guerra, cuyo gran negocio final no pasa tanto por la venta de armas, sino por la reconstrucción de lo destruido y la apropiación de los recursos naturales. A pesar de los abrazos virtuales de algunos mandatarios europeos, que luchan más por mantener sus poderes locales y cierta hegemonía europea en un mundo donde la disputa está dada por el control del conocimiento, y cuyo frente de intereses vitales se corrió varios miles de kilómetros hacia extremo oriente, Zelenski negocia en silencio por estos días su exilio en alguna capital europea, siendo Londres la que resuena con mayor fuerza.

“La Historia se presenta como tragedia, y se repite como farsa”, o como (una vez más) Occidente subestimó la resistencia y el potencial ruso

En 1812, el Gran Emperador Napoleón organizó un ejército de más de 700.000 hombres reclutados en media Europa para invadir Rusia. Por entonces Rusia era una gran potencia, pero pobre en recursos, atrasada y casi sin aliados en Europa. Todo estaba dado para que la Grande Armée, un ejército descomunal, invencible hasta entonces y el más fogueado y armado de Europa, arrasara con las tropas del Zar Alejando I.

Una vez que las tropas napoleónicas invadieron territorio ruso, el general y príncipe Mijáil Kutúzov, consciente de la superioridad francesa, evitó el enfrentamiento directo y empleó una estrategia de tierra quemada y repliegue que resultó decisivamente mortal para el invasor francés. En la célebre batalla de Borodinó (del 7 de septiembre de 1812, que quedó inmortalizada por Tchaikosvky en su Obertura de 1812 -escuchala abajo- y por Tolstoi en su monumental “Guerra y paz”). Se enfrentaron unas 300.000 tropas casi en partes iguales. La Grande Armée sufrió 28.000 bajas y los rusos aproximadamente 44.000. Kutúzov no ganó militarmente el combate en el plano táctico, pero sí obtuvo una victoria en lo estratégico. Golpeada militarmente, privada de suministros, mermada por el hambre y las enfermedades, falta de municiones, y la desolación del frio ruso, las tropas francesas se vieron obligadas a iniciar una de las más trágicas retiradas de la historia, hostigada duramente por el ejército ruso.

Más tarde, en la batalla de Maloyaroslávets (24 de octubre de 1812), el gran estratega ruso Kutúzov asestó el golpe definitivo a Napoléon. En resumen, apenas regresaron a Francia casi 30.000 soldados. Carl von Clausewitz dijo de él, refiriéndose a su estrategia contra Napoleón: «Estos esfuerzos le otorgan la mayor gloria al príncipe Kutúzov». Napoleón nunca se repuso de tamaña derrota y terminó sucumbiendo definitivamente el 18 de junio de 1815 en la batalla de Warterloo.

La gran derrota del carnicero Hitler

Como una farsa repetición de la tragedia napoleónica, el criminal más grande de la historia de la humanidad, Adolfo Hitler, intentó ocupar militarmente la vasta Unión Soviética en 1941 a través de la Operación militar denominada “Barbarroja”.  Para tal fin juntó un ejército de cuatro millones de soldados, fogueados en distintos combates y armados hasta los dientes. La «Operación Barbarroja» siguió casi exactamente el mismo camino que la Grande Armée, aunque se prolongara más en el tiempo y en un porcentaje mayor del territorio soviético. Para 1944, casi dos tercios de los ejércitos nazis fueron completamente destruidos por el Ejército Rojo (más de dos millones de soldados nazis y aliados fueron aniquilados).

Aquella derrota estratégica significó el fin del delirio racista-biológico de los “Mil años del Reich” y el asalto de Berlín por las tropas del mariscal soviético Gueorgui Zúkov, gran héroe y artífice de la derrota nazi.

Uno de los episodios más destacados de la guerra soviética contra el nazismo fue el asalto a Leningrado (inmortalizado por Dmitri Shostakóvich a través de su Sinfonía N° 7 en do mayor, Op. 60, subtitulada Leningrado y ejecutada por la orquesta local enpleno sitio enemigo a esta ciudad rusa, durante 1941. Escuchala abajo) Allí, Hitler decidió imponer el sitio atroz de la ciudad fundada por Pedro el Grande, para rendir Leningrado por hambre. Bloqueada por los nazis por todas partes, salvo el pequeño lago Ladoga, era imposible enviar provisiones suficientes para los habitantes de la ciudad sitiada. El sitio produjo una de las mayores tragedias humanas de un conflicto lleno de ellas. Casi un millón de personas falleció de hambre en Leningrado por el sitio nazi. Pero Leningrado no se rindió y resistió el sitio enemigo durante duró 872 días.

Conclusión

La OTAN sufre por estos días su primera derrota militar y política en un mundo nuevo que se reconfigura, en tanto que los generales Kutúzov, Zúkov y el presidente Putin. en la actualidad. forman una trilogía histórica difícil de digerir para la soberbia supremacista de la Europea Occidental, que en algunos momentos de la historia cuentan también con apoyo de los Estados Unidos.

 

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