Por Maximiliano Borches. «Tengan mucho cuidado pueblo mío porque llegará el día que no necesitarán bombas ni atentados, para destruirlos usarán el estómago. Los poderosos causarán tanta inflación que los confundirán y los dividirán, y ustedes elegirán cómo conductores a los mismos verdugos que manejan la guillotina”, advirtió Juan Domingo Perón. En tiempos tan convulsionados política y económicamente, volver a Perón es leerlo para reinterpretarlo en función de las necesidades del presente, y trabajar para el bien colectivo. Macristas, radicales y fascistas neo-libertarios se potencian con las divisiones del campo nacional y popular, y con la falta de decisión política para controlar precios y bajar la escalada inflacionaria. Todavía se está a tiempo, luego será demasiado tarde.
Es claro que un gobierno que se define “peronista”, debe hacer todo lo posible para controlar la inflación; verdadero desastre para los ingresos de los trabajadores que no solo complica la subsistencia, enrarece el clima político permitiendo la seducción de los verdugos de los intereses populares, que rápidamente emergen como destinatarios de la “solución a los problemas”, cuando en realidad incrementan y potencian el caos, para terminar con los derechos conquistados desde 1943 a esta parte.
A dieciocho meses de las cruciales elecciones presidenciales del 2023, todo parece hoy desmoronado para el peronismo y sus aliados. A la falta de decisión política para controlar los precios, se le suma una avanzada interna destructiva que en definitiva no beneficia a nadie, porque aquellos referentes que parecen ser “dueños de la racionalidad, de la verdad”, enfrentarían épicas derrotas en las urnas si se presentaran solo con la mística gastada de sus nombres y gestos.
El Gobierno que en suerte le toca encabezar a Alberto Fernández (verdadero regalo que recibió para cumplir con su jamás imaginado paso presidencial), debe aplicar ya la Ley de Abastecimiento, y todas las herramientas a su alcance para frenar la escalada inflacionaria. No solo están en juego la calidad de vida de los trabajadores, del pueblo en general. Está en juego el poder simbólico que mantiene hasta el presente el peronismo, como alternativa de justicia social y defensa de los intereses de las mayorías populares. Hoy, en serio peligro por la inacción y los ataques internos sin propuestas de alternativas viables.
«Tengan mucho cuidado pueblo mío porque llegará el día que no necesitarán bombas ni atentados, para destruirlos usarán el estómago. Los poderosos causarán tanta inflación que los confundirán y los dividirán, y ustedes elegirán cómo conductores a los mismos verdugos que manejan la guillotina”, sentenció el líder popular y tres veces presidente, Juan Domingo Perón.
Es momento de volver a leer a Perón (una práctica abandonada por peronistas y “peronistas”), para alcanzar las síntesis que la coyuntura impone y que nadie sabe ofrecer.