Por Maximiliano Borches. Ansioso por despegarse de la responsabilidad política de conducir el bloque oficialista en la Cámara Baja, y por armar un espacio propio de cara al 2023, el ahora expresidente del bloque de diputados nacionales del FdT, Máximo Kirchner, pateó el tablero con su renuncia a la conducción del bloque, sumiendo al Gobierno nacional en una nueva crisis y en otro desgaste político, en un momento por demás crítico, donde desde el Caballo de Troya de la megadeuda de 45 mil millones de dólares que dejó Mauricio Macri, comienzan a bajar tropas macristas/radicales/libertarias para incendiar una alicaída Troya, que al igual que la Argentina, hasta ahora continúa resistiendo los embates de vendepatrias, torpes, idiotas útiles, tilingos, sectarios y peligrosos impacientes.
Diferenciándose notoriamente del Gobierno nacional y del gobernador Axel Kicillof, Máximo Kirchner decidió patear el tablero –prematuramente- en vistas de un armado en ciernes del espacio denominado “kirchnerismo”, de cara al 2023.
En el medio no solo queda una tensa negociación con el FMI, que vista como se la quiera ver conlleva un solo destino: pagar la megadeuda de 45 mil millones de dólares que legó Mauricio Macri. También, potencia el rearmado del espacio neoliberal, encabezado por macristas, neomacristas, radicales, libertarios y lilitos, que por estas horas decidieron acomodarse en sus sillones, para mirar la saga de crisis internas del Frente de Todos, inspiradas básicamente por egolatrías, torpezas y apuros adolescentes.
Desde el Ejecutivo, afirman que enviarán en marzo el entendimiento alcanzado con el FMI para avanzar en un acuerdo, al Congreso Nacional para buscar el aval del Poder Legislativo. ¿Qué van a hacer Máximo Kirchner y los diputados integrantes de La Cámpora junto al radical todoterreno Leopoldo Moreau?, ¿votarán en contra junto a los representantes del bloque trotskista/socialdemócrata de la izquierda testimonial?
Por estas horas, donde todo es incertidumbre, lo más claro es que estas decisiones políticas (no exentas de intempestivos infantilismos), no solo debilitan aún más al gobierno nacional y popular del Frente de Todos, sino que impone un acercamiento más estrecho de filas entre Alberto Fernández y Sergio Massa.
Contradiciendo una de las máximas de Juan Domingo Perón, quien afirmaba que: “solo la organización vence al tiempo”, el espacio denominado “kirchnerismo”, desorganiza a la unidad alcanzada, y esencialmente promovida por Cristina Fernández de Kirchner, poblando de librepensadores y ansiosos consumados, la alternativa política a los verdugos del futuro argentino: macristas, radicales, libertarios y lilitos.