El denominador común de la seguidilla de cesantías en industrias y comercios, en lo que va del año, es la recesión. Se destruye empleo registrado del sector privado, el de mayor calidad, y ya se mece el fantasma del desempleo.
Los 150 despidos denunciados en sucursales de Changomas, número que podrían llegar a 500 en las próximas horas, engrosan la lista que se viene gestando en estos últimos meses en las plantillas registradas de industrias como Acindar, PepsiCo, General Motors, Fate. Y en cadenas comerciales como Jumbo y Diarco.
Se suman a los 100 mil empleos registrados destruidos en el primer trimestre del año, según cálculos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), hechos a partir de la Encuesta de Indicadores Laborales de la Secretaría de Trabajo, vinculada a las bases del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).
La cadena Changomas lleva cesanteados 27 trabajadores y trabajadoras en San Justo. Otros 7 en La Tablada, y en el shopping Alto Avellaneda ya se cuentan 17. Y pueden agregarse más telegramas en la sucursal de Bahía Blanca.
La empresa aduce la caída de las ventas por la situación económica que atraviesa el país.
Hace unos días no más, Fate, una de las tres fábricas que producen neumáticos en la Argentina, anunció que despedirá a 97 empleados y que, consecuentemente, ajustará su estructura, para adecuar sus operaciones al contexto del negocio.
El grupo Arcelor Mittal, dueño de Acindar, paralizó por segunda vez este año su planta de Villa Constitución como respuesta al derrumbe en las ventas. Afecta a más de 3.000 operarios.
La capacidad instalada de Acindar es de un millón setecientas mil toneladas, el promedio de producción que tuvo es de un millón cuatrocientas mil y tienen apenas seiscientas mil toneladas para este año.
Por su parte, la multinacional Pepsico confirmó la semana pasada el despido de 36 de sus 400 trabajadores que se desempeñan en la planta instalada en el Parque Industrial General Savio de Mar del Plata.
La automotriz General Motors también achica su plantilla de personal a través de retiros voluntarios en la fábrica ubicada en la ciudad santafesina de Alvear, donde se produce la Chevrolet Tracker. Hasta fin de año asimismo fabricaba el modelo Cruze. Frenó la actividad y cerró entre el lunes 22 y el 29 de abril.
Toyota abrió un proceso de retiros voluntarios para 400 trabajadores, mientras que Renault lo hizo para alrededor de 270.
La seguidilla empalmó con el panorama descripto por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) para el primer trimestre del año.
Con los 20.666 puestos de trabajo registrados perdidos en febrero, en el primer trimestre la caída totalizó 62.920 y para marzo proyectaban otros 34.166, a partir de la Encuesta de Indicadores Laborales de la Secretaría de Trabajo.
O sea, que fueron en total se contabilizan alrededor de 100 mil los empleos registrados resignados, lo cual se explica por la utilización del 53,4% de la capacidad instalada de las industrias durante marzo de 2024.
Los sectores de actividad que mayor pérdida de empleo sufrieron fueron construcción (-12.949), actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler (-4.488) e industria (-2.013).
Pero en los primeros tres meses, el sector más afectado fue la construcción (-46.249).
Señala el informe que hasta agosto de 2023, se habían registrado 37 meses de crecimiento sostenido del empleo registrado privado, que se vieron interrumpidos en septiembre en el contexto de incertidumbre electoral, a partir del cual comenzó un sendero a la baja.
Con la asunción del nuevo gobierno, esta tendencia se profundizó, movida por el derrumbe de la actividad económica.
Al comparar la cantidad de puestos de trabajo asalariado registrados en el sector privado en noviembre de 2023, último mes del gobierno del Frente de Todos, y enero de 2012, primer mes de la serie SIPA, el crecimiento es de 305.752 puestos, lo cual representa apenas un 5% en 12 años.
En los últimos años, Argentina enfrentó dos grandes crisis de empleo: la primera, iniciada en abril de 2018, producto del colapso del gobierno de Cambiemos y, la segunda, iniciada en marzo de 2020, en el contexto de la pandemia del COVID-19.
Mientras que la segunda resultó de una crisis sanitaria que afectó al mundo entero, la primera estuvo asociada a un modelo económico que subestimó el peso del consumo interno en el nivel de actividad y se centró en la atracción de capitales externos especulativos, analiza CEPA.
Fuente: Infogremiales