Aquel 7 de noviembre de 1981, bajo un cielo plomizo y en un contexto donde la muerte y el espanto eran dueños de la Argentina, el mítico dirigente sindical del gremio de cerveceros, Saúl “Pueblo” Ubaldini, encabezó el primer paro y movilización contra los verdugos de la última dictadura cívico-militar. El movimiento obrero organizado y las agrupaciones de Derechos Humanos, fueron los verdaderos protagonistas de la definitiva recuperación democrática en nuestro país, de la que en 2023 cumple 40 años. Mirá el video al final de la nota.
En lo económico-social, el salario real había caído abruptamente con la combinación de la liberación de precios y el congelamiento salarial. A fines de 1981, el salario real era casi la quinta parte de lo que había sido en 1974. La participación de los asalariados en el ingreso nacional pasó del 49% en 1975 al 32% en 1976, según Torcuato Di Tella. En lo político era palpable la creciente debilidad del presidente de facto, el general Eduardo Viola y sus disidencias con el comandante general Leopoldo Fortunato Galtieri. En lo social, la desocupación y la miseria acuciaban a sectores cada vez más vastos de la población.
Durante la última dictadura cívico-militar, autodenominado “proceso de reorganización nacional”, el mítico dirigente sindical Saúl “Pueblo” Ubaldini fue parte del proceso que llevó a la unidad a varias corrientes gremiales contra la dictadura. Participó de la comisión de los 25 (sindicatos de perfil combativo) que convocaría al primer paro general contra la dictadura. Este proceso derivó en la fundación dela CGT Brasil, en noviembre de 1980, de la que fue su Secretario General, apadrinado por la comisión de los 25, las 62 organizaciones Peronistas y el histórico dirigente de los metalúrgicos, Lorenzo Miguel.
El 7 de noviembre la CGT Brasil, encabezada por Saúl Ubaldini –aunque no se restringió al ámbito sindical-, se concretó la primera movilización popular o “Marcha de Protesta” en contra de la dictadura cívico-militar: bajo la consigna Paz, Pan y Trabajo se convocó a marchar por las calles de Liniers, desde el estadio de Vélez Sársfield hasta la iglesia de San Cayetano (santo del trabajo de acuerdo al religión católica), donde se habían juntado unas diez mil personas. Los nuevos líderes sindicales, de organizaciones pequeñas, trataban de coincidir con los grupos de base dela Iglesia.
Mientras el gobierno formulaba las advertencias de práctica, los partidos justicialista, demócrata cristiano, intransigente, comunista y varias fracciones del socialismo adherían a la convocatoria, sin desdeñar la presencia de otras organizaciones sociales. El radicalismo –como siempre y una vez más- guardaba silencio. Esa numerosa marcha desafió –a pesar de la intimidación de los medios de comunicación- el despliegue de un inmenso operativo de seguridad y asistieron a una misa oficiada al aire libre. Por primera vez se coreó masivamente una consigna que luego ganaría la calle: “Se va a acabar, la dictadura militar”. La represión no se hizo esperar. Pero se demostró que la central obrera se había convertido en el eje de la protesta nacional.
En 2023, los argentinos festejaremos los primeros 40 años ininterrumpidos de vida democrática. Es momento de releer nuestra historia y devolver el protagonismo a quienes pusieron el cuerpo en aquella magnánima lucha por los derechos, la vida y la libertad.