El Santo Padre argentino, exhortó a la comunidad internacional a que «considerando las circunstancias, que se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten por parte de todos los países las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”. En el final de una Semana Santa atípica, El Papa Francisco dedicó su bendición «Urbi et Orbi» (a Roma y el mundo) a «los que han sido afectados directamente por el coronavirus». Mrá el video.
En una Semana Sana completamente atípica, y ante la necesidad de mantener vacía la Baísilica y Plaza de San Pedro, en el Vaticano, el Papa Francisco, dedicó su bendición «Urbi et Orbi» (a Roma y el mundo) a «los que han sido afectados directamente por el coronavirus».
«Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas», afirmó el Sumo Pontífice
En otro tramo de su oración, Francisco aludió a que los «hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos. Procuremos que no les falten los bienes de primera necesidad, más difíciles de conseguir ahora cuando muchos negocios están cerrados, como tampoco los medicamentos y, sobre todo, la posibilidad de una adecuada asistencia sanitaria».
En el epílogo de una atípica Semana Santa, el Papa argentino celebró la misa de Pascua en la Basílica de San Pedro, acompañado por unos pocos diáconos, el coro del lugar y los dos símbolos a los que les confió el fin de la pandemia: la Virgen Salus Populi Romani y el crucifijo que según la tradición católica salvó a Roma de la peste en el siglo XVI.