Las petroleras, con YPF a la cabeza, impusieron un nuevo aumento de combustibles que oscila entre 6 y 6.5%, a pesar de que el Gobierno, por orden del FMI, frenó por ahora el aumento del impuesto a combustibles líquidos, que sin embargo regirá a partir de marzo.
El aumento en los precios de los surtidores podría tener un efecto negativo en la inflación: el aumento podría impactar en una suba de 1 o 2 puntos para febrero, después de una inflación del 25,5% en diciembre. El número final, en este contexto, estará atado a los precios establecidos por las petroleras.
Según Julián Rojo, especialista en macroeconomía y energía, una suba discutida en surtidor en torno al 25% aportaría alrededor de un 1 punto al número de inflación mensual, al menos dentro del Gran Buenos Aires, 1,5 puntos porcentuales en otros puntos del país, como la zona Cuyo o la Patagonia.
“La incidencia del aumento de los combustibles es del 2,8 en el IPC dentro de GBA, pero se va a 5,2% en las zonas anteriormente mencionadas”, explicó a Ámbito el economista. El aumento llevaría el precio de la nafta súper por encima de los $1000.